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El 'Hombre Pájaro' vuela hacia el anillo

La NBA cuenta con megaestrellas, grandes figuras, buenos jugadores y algún que otro ‘paquete’. Además, hay otro tipo de elementos particulares en la liga que, sin entrar a valorar sus virtudes baloncestísticas, son totalmente reconocibles por los aficionados, por encima incluso de algunos de los mejores.
Uno de esos personajes es el miembro de los Heat Chris Andersen. En un equipo en el que todo pasa por el ‘Big Three’, el ‘Hombre Pájaro’ -apodo que recibe por batir los brazos como si fueran alas cuando realiza alguna acción reseñable- se ha ganado un hueco en el ‘roster’ de Erik Spoelstra y es uno de los favoritos de los seguidores de Miami.
Su carisma, compromiso y su particular aspecto le han convertido en un nuevo atractivo que sumar a LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh en el campeón. Porque es imposible que su elevada cresta y un cuerpo completamente cubierto por tatuajes pasen desapercibidos.
Andersen se fue llenando de tinta con el paso de los años y, de los sencillos tatuajes que decoraban discretamente sus brazos al comienzo de su carrera, ha pasado a estar envuelto de símbolos, textos y dibujos que él define como recuerdos de las distintas etapas de su vida. Alas, cráneos coronados, dados, águilas y otros muchos motivos decoran su piel y el gran ‘Free bird’ escrito en su cuello recuerda la canción del grupo de hard rock Lynyrd Skynyrd.
Cuando Pat Riley decidió incorporar a la franquicia al controvertido pívot, en enero con un contrato de diez días, que después renovó por el mismo tiempo y acabó alargándolo hasta el final de la temporada, sabía que fichaba músculo, intensidad, espectáculo e intimidación para un equipo con serios problemas para dominar al rival en el rebote. Pero Mr. Gomina no era ajeno a la difícil historia que arrastraba Andersen y conocía perfectamente el camino de redención de un jugador que vio cómo las drogas pudieron romper su carrera y su vida.
Su infancia está marcada por el abandono de su padre y las penurias que pasó junto a sus adoradas hermanas y su idolatrada madre, con las que tuvo que vivir al borde de la miseria. Mal estudiante, las horribles notas que cosechó en su etapa escolar le impidieron acceder a una universidad de prestigio y se tuvo que buscar el futuro en ligas menores como la china, en donde jugó con los Jiangsu Nangang Dragons, y la liga de desarrollo estadounidense, hasta que los Nuggets le abrieron la puerta de la NBA.
Denver es la franquicia que ha marcado la trayectoria de ‘Birdman’. Primero, le dio la oportunidad de participar en el mejor campeonato del mundo y, años después, le rescató del olvido tras tiempos oscuros y complicados
Andersen obtuvo en la NBA aquello que le había faltado a lo largo de su vida. Llenó sus bolsillos de dólares y le rodeó de personas que le halagaban. No supo gestionarlo y la bola se fue haciendo más grande en su etapa en los Hornets, sobre todo cuando la franquicia se trasladó de New Orleans a Oklahoma City. Abusó del alcohol y de las drogas, lo que conllevó cuatro sanciones y la suspensión por dos años en enero de 2006.
Segunda oportunidad
Entonces, la presencia de su madre volvió a ser fundamental en su rehabilitación para reconducir su vida. Es estos 24 meses, fue capaz de renacer de sus cenizas como el Ave Fénix y trabajó lo indecible para regresar al lugar del que su mala cabeza le había alejado. Esculpió su cuerpo, lo limpió de cualquier tipo de sustancia inadecuada y se ganó una segunda oportunidad.
Volvió de forma testimonial a los Hornets (cinco partidos en 2008) y con los Nuggets recuperó su espacio en la NBA, aunque al finalizar la pasada campaña la entidad ejecutó la cláusula de amnistía sobre su contrato y permaneció sin equipo hasta la aparición de Miami a principios de año.
En apenas cinco meses, este apasionado coleccionista de motos Harley Davison ha impuesto su peculiar personalidad -sus compañeros le han definido siempre como un buen tipo pero imprevisible- en Florida.
Fuera de la cancha es modélico atendiendo a los medios y trata a los hinchas con la simpatía de un pariente cercano, mientras que sobre la pista su pasión desbordada se contagia y la transmite a sus compañeros. Conocedor de su rol, es un tremendo competidor, un defensor infatigable y su concentración le convierte en un recurso indispensable desde el banquillo. Además, pese a que su técnica con el balón no es precisamente depurada, su privilegiado físico le convierten en un gran matador -aunque fue capaz de fallar ocho intentos en el concurso de mates del ‘Allstar’ de 2005- y en uno de los mejores taponadores de la NBA.
Es pura energía y, a su lucha por el balón como si cada acción fuera la última, ha sumado un extraordinario acierto en los contados tiros que ha lanzado en los ‘playoffs’ por el título en los que se encuentran inmersos los Heat. Todo por poder batir sus alas con un anillo entre sus plumas.

Chris Andersen, conocido por su cuerpo tatuado, su cresta y su espectaculares mates y tapones, se ha convertido en pieza fundamental de los Heat en su camino para repetir título
La complicada vida del pívot está marcada por el camino de redención de un hombre que vio cómo las drogas pudieron acabar con su carrera

El baloncesto visto desde el punto de vista del aficionado

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