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jorgepastor2000

Patadón y tentetieso

La nobleza del perdedor

La Historia de la Humanidad está llena de guerras estúpidas y de ejemplos de humillación del vencedor sobre el vencido. Algunos de ellos muy recientes -no voy a entrar en pormenores-. Pero también hay apasionantes episodios de rendición, epílogos de conflictos encarnizados que demuestran la grandeza moral de los que hincaron la rodilla y, lo más importante, supieron admitirlo. Uno de estos pasajes es la firma del certificado de finalización de la Guerra del Pacífico. Fue un 12 de octubre de 1945, en la Bahía de Tokio, a bordo del portaaviones Missouri. A un lado de la mesa, el general Douglas MacArthur; al otro, una delegación japonesa enviada por emperador Hirohito.

El acontecimiento fue retransmitido para todo el mundo. Mucho se ha escrito sobre aquella escena que marcó un punto de inflexión en el devenir del planeta, pero yo siempre me quedaré con los atuendos que llevaban unos y otros durante la ceremonia. MacArthur, comandante supremo del Ejército de los Estados Unidos, vestía uniforme. Los mandatados nipones, encabezados por el ministro de Relaciones Exteriores, Mamoru Shigemitsu, esmoquin con sombrero de copa. Aquel acta dice que las potencias aliadas salieron victoriosas de la Segunda Guerra Mundial. Nada que objetar. Pero ¿quién ganó la última batalla? Sí, la que se libró sobre la cubierta del Missouri. Yo lo tengo claro: el que se puso sus mejores galas para claudicar con la nobleza del buen perdedor.

Les cuento este rollete por esto último, por la trascedencia que, bajo mi punto de vista, tiene el admitir la derrota como punto de partida para afrontar otras empresas -en el sentido quijotesco del término-. Miren, ayer recibimos en la redacción un comunicado firmado por el gerente de Cerámicas Alcalá Villalta. Anunciaba que la compañía, uno de los buques insignia del otrora próspero sector cerámico de Jaén, había presentado ‘concurso voluntario de acreedores’ en el juzgado de lo mercantil. Luz y taquígrafos desde el primer momento, explicando con profusión de detalles por qué se había adoptado esta dolorosa decisión y qué se había hecho para evitar que la nave zozobrara. Nada de especulaciones, nada de dimes y diretes, nada de rumores. Las cosas claras desde el principio. En el documento la familia Alcalá también asumía el compromiso público de intentar reflotar el barco, recuperando niveles de empleo y adaptando su estructura productiva a la nueva realidad del mercado.

Supongo que todas estas buenas intenciones tendrán importantes matices -estoy seguro de que los sindicatos tendrán un montón-. Les confieso que desconozco la intrahistoria del fiasco. Pero me quedo con las formas, como lo hicieron los japoneses en el Missouri. Balzac decía que la “elegancia es la ciencia de no hacer nada igual que los demás, pareciendo que se hace todo de la misma manera que ellos”. Pues nada, compañeros, que aprendan ellos.

P. D. Foto extraída de la enciclopedia libre Wikipedia.

'El día que la mierda valga algo, los pobres nacerán sin culo' (García Márquez)

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