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jorgepastor2000

Patadón y tentetieso

Nosotros los periodistas

Amigos y amigas, me confieso periodista. Qué le vamos a hacer, cada cual tiene sus ‘manías’. A unos les da por romper señales de tráfico o por coleccionar margaritas. Y a otros, entre los que me incluyo, por sentarse delante del ordenador todas las tardes y escribir noticias. Pero no. Que nadie piense que voy a convertir estas líneas en un aquelarre hacia una profesión a la que le faltan sanchos y le sobran quijotes. No lo voy a hacer por dos razones. La primera porque no me sale de las narices. Y la segunda porque ya hay auténticos maestros del ‘somos lo peor de lo peor’. Tampoco pretendo refutar a los que nos consideran una especie de trileros que, desde el conocimiento sesgado, tergiversamos la realidad con el único ánimo de alimentar nuestro orondo ego. Viva la libertad de pensamiento. Hoy se lo dedico a compañeros y gurús que, so pretexto de que la autocrítica es imprescindible, que lo es, se dedican sistemáticamente a meter el dedo en la llaga de los defectos y no en el hontanar de las virtudes -aunque sea por error-.

Me encanta lo que hago. Sí, tengo la inmensa fortuna de ganarme la vida y divertirme al mismo tiempo. Y hacer realidad el sueño de aquel chiquillo de 19 años, bisoño y azorado, que pisó por primera vez una redacción como quien entra en el olimpo de los elegidos. De recibir la llamada de esa ‘garganta profunda’ que desvelara el mayor caso de corrupción. De publicar la hazaña de ese héroe anónimo que perdió su vida para que otros la ganaran. Del sátrapa derrocado por la revolución de las mentalidades. De los desvelos de la abuelita que no llega a final de mes. El imberbe de 19 años aterrizaba en aquel mundo con el hatillo lleno de teoría y con el reto de llevar a la práctica lo aprendido en los libros. En la talega también había mucha ilusión. Porque el periodismo es eso, el afán por narrar cosas interesantes, sea redactando un reportaje a doble página o los 140 caracteres de un efímero tuit, pero sobre todo es ilusión. Esto no viene en los manuales, pero es la razón de ser del “oficio más bello del mundo”, como lo definió García Márquez

Éste ha sido mi principal desvelo en estos dieciséis años de trayectoria. No perder nunca la capacidad de emocionarme. Y por eso me he hecho el firme propósito de alejarme de estos pesados que, desde su ‘abrumadora’ experiencia, sientan cátedra presagiando el final y adoctrinando sobre el sentido común. Que si los siete pecados capitales de la prensa, que si cinco formas de aprovechar las redes sociales para llegar a los lectores, que si de héroes están llenos los cementerios… qué coñazos, por favor. Sé que vivimos tiempos difíciles y que la crisis nos ha empitonado de lleno. Que se imponen nuevos modelos y plataformas para comunicar. Pero también tengo meridianamente claro que el futuro está en nuestras manos. La vida es una fuente inagotable de historias fascinantes. Sólo hace falta no perder la ilusión para contarlas.

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'El día que la mierda valga algo, los pobres nacerán sin culo' (García Márquez)

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