La concejala de Tráfico, Matilde Cruz, me aclara que no se van a hacer controles de alcoholemia a los caballistas que lucen palmito en el recinto ferial. Por lo menos de momento. Hay confianza en la cordura de las monturas, que no son muy dadas a beber si van a la feria. Sin embargo, la edil confirma la historia del jinete beodo: la Policía Local de Jaén ha denunciado esta feria a un caballista que iba como una cuba sobre su montura. Aunque no lo multaron sólo por éso: el tío se bajó del caballo, siguió la fiesta pie a tierra y dejó al animal por ahí suelto.
La Policía Local le venía siguiendo los pasos, alertada por unos ciudadanos que habían visto que el jinete beodo, como su propio nombre indica, no iba en muy buenas condiciones. “Apreciaron síntomas evidentes de que había ingerido bebidas alcohólicas”, explicaba ayer la concejala en esa jerga técnica que usan policías, abogados y jueces para decir que iba con una tajada como un piano. Así que la multa no se la ponen por un delito contra la seguridad vial (en este caso por conducir borracho un caballo) sino por alteración del orden público. Pero ahí queda la historia del jinete beodo.