Ana es la chica de la foto. Probablemente la habrán visto ya, en el periódico o en las teles de toda España. Así estaba horas después de la tremenda paliza que le dio el domingo su ex novio, el de toda la vida. Ahora parece que los malos tratos se venían sucediendo desde hace al menos un año. Si viesen la foto de Ana que hay sobre la cómoda del salón de su casa, con ella vestida de fiesta, pendientes largos, sonrisa radiante, seguramente sentirían una tremenda rabia. Impotencia. No quiero ni pensar lo que sienten ella y sus familiares.
En la edición digital de IDEAL se ha generado cierto debate sobre si es conveniente o no mostrar este tipo de imágenes. Hay quien argumenta que atentan contra la dignidad de la víctima. Yo creo que no. La foto la hizo y la distribuyó su hermano. Es cruda. Cierto. Durísima. De acuerdo. Pero eso son los malos tratos. No son palabras huecas. Ni excusas que se inventan las feministas. Ni estadísticas. Ni cuatro políticos detrás de una pancarta los días 25 de cada mes en la Plaza de las Batallas. Maltrato es la cara de Ana. Punto. Por eso creo que se debe publicar la foto. El largo camino en la lucha contra los malos tratos exige un tributo para remover las conciencias. Sangre fresca, hablando en plata. En esta ocasión, ‘afortunadamente’, hemos publicado la foto hecha desde la cama de un hospital. Otras veces sacamos los ataudes.
Por desgracia la sangre no es sufienciente. Necesitamos ver. Tocar. Enrabiarnos con la familia. Sentir su dolor al ver la cara de Ana. Casos como el suyo son lo que mueven las conciencias, los que de verdad sensibilizan. De todas las víctimas de malos tratos de los últimos años en Jaén recuerdo especialmente a Rocío Estepa. Gracias al esfuerzo de sus hermanos por honrar su menoria, por hacer llegar hasta la última conciencia lo que le pasó, tengo presente su sonrisa cada vez que escribo de malos tratos. Ahora sólo espero ver de nuevo la cara de Ana. Cuando pasen las operaciones y los juicios. Con una sonrisa.