Sigue lloviendo y los aceituneros no pueden salir a los tajos. Algunos se entretienen en el bar. Otros, practican para cuando escampe. Las nuevas tecnologías ayudan.
Mejor tomárselo con una sonrisa, pero se está perdiendo ya una cuarta parte de la cosecha. De una cosecha que con suerte se pagará a dos euros el kilo, que no deja de ser ruina. Y cuando todo estaba a punto para recogerla, se fastidia por el tiempo.