Los tiene bien puestos el fiscal Carlos Fábrega. Me hace gracia que esa haya sido la expresión que se me ha venido a la cabeza para referirme a un tipo tan poco dado al conchabeo, a lo chabacano, al compadreo. Un tipo al que no hay quien saque del exquisito trato profesional y cordial que dispensa al que se acerca a su despacho en la Audiencia de Jaén. Pero después de leer el informe que firma Fábrega sobre los manejos del Gobierno para expulsar a los saharauis y contentar a Marruecos, lo que se ha venido a la cabeza es que los tiene bien puestos.
En pocas personas he percibido con la intensidad que en Fábrega el sentido de la obligación y el deber que conlleva vestir la toga, aunque aunque le lleve directo a pisar charcos de profundidades insondables como éste de los saharauis. “El derecho sólo es aceptable si sirve para acabar con las injusticias. Parafraseando a Allende, para abrir las alamedas por donde pasee el hombre libre”, dijo una vez en un discurso. Si no escribe lo que piensa en su informe, revienta. Hijo de un prestigioso abogado de Jaén, casado con una fiscal, profesor universitario, referencia en lo que se refiere a derecho sobre los más desfavorecidos, escritor, poeta, y en palabras de su jefe, el fiscal jefe José María Casado, un hombre que hace trabajos al alcance de personas dotadas “de una sensibilidad especial”
Hace ya años escribí sobre Fábrega que era “el Fiscal de los desamparados”. El hombre en quien la sociedad jienense confía como guardián último de los derechos de los discapacitados, de las personas que no pueden valerse por sí mismas, de los menores sin nadie que los defienda, de los extranjeros. Que los medios de comunicación chismorren con los secretillos del Gobierno, tiene un pase. Pero que un fiscal condecorado con la Cruz Distinguida de Primera Clase de la Orden de San Raimundo de Peñafort a propuesta de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo ponga por escrito en un informe oficial sus sospechas, es algo muy serio.
Además de sus impresiones jurídicas, Fábrega escribe en la Memoria de la Fiscalía sus opiniones personales sobre el asunto de los saharauis.
“No queremos aventurar opiniones personales al respecto pero si queremos decir que, por razones vitales del que esto suscribe, nos parece esta política restrictiva poco coherente y poco solidaria con un pueblo que ha formado parte integrante de nuestra comunidad y al que abandonamos por la puerta de atrás sin llevar a cabo una verdadera descolonización lo que hace que algunos afirman que, al abandonarse el territorio y no a la población, siguen siendo a todos los efectos ciudadanos españoles. Nosotros si queremos que su condición de apátridas esta clara y totalmente admitida en nuestro derecho y que hay razones más que suficientes para considerar el Sahara durante el tiempo que perteneció a nuestro país como territorio español, por lo que estaríamos ante apátridas nacidos en territorio español y, por ello, ante españoles ius soli cuando de los nacidos en esa época se trata”.
Lo dicho: los tiene bien puestos. Los finos juristas lo dirían de otra manera, como cuando le dieron la medalla de San Raimundo con la inscripción ‘In Iura Merita’. En mérito a la Justicia.
En la foto, de Piqui, el Fiscal José María Casado impone a Cristóbal Fábrega la Cruz de San Raimundo en 2006