‘Macrojuicio’ (a la prensa nos encanta usar estos palabros) a 20 acusados de sembrar la noche jienense de éxtasis y coca allá por 2007, cuando cualquier chaval de 17 años te sacaba de la cartera un sábado 200 euros para drogas y putas. Ahora se les ve más tiesos, con esto de la crisis, y se gasta con menos alegría. Pero aquellos fueron años locos. Buenos años para meterse a camello. El perfil de los chavales que hoy se han declarado culpables de tráfico de drogas no es el de un traficante profesional, salvo tres o cuatro tipos. La mayoría son más bien los listos del pueblo, que pensaron que trapicheando un poco se pagaban el vicio y les daba para buena ropa y una moto o un coche para fardar. Hasta que se les vino encima la Guardia Civil.

Durante semanas, siete u ocho guardias civiles estuvieron escuchándoles a los chavales sus conversaciones telefónicas. Hablaban en clave. Decían “almendras, redondas, pirulas, pachás, tostis, estrellitas, maríadelmar, turrón,chocolate, chocofrisquis” y otros palabros para despistar, por si les escuchaban. El letrado de un chaval al que en por teléfono se referían como Torrente, el único que se declaró inocente, intentó poner en duda a la Guardia Civil sobre si ‘tirar’ 100 pastillas era venderlas o no. “Mire usted, yo llevo mucho tiempo escuchando a traficantes, y los he escuchado muchas veces decir que le iba a llevar un pollo, y cuando he llegado no había pollo por ningún sitio, sino un gramo”, replicó el guardia. Y casi ninguno de los 20 acusados pudo evitar una sonrisa maliciosa, más cómplice con el guardia que con el letrado.

Los camellos siempre intentan tener mucho cuidado con lo que hablan por teléfono, pero luego son más ceporros que un borrico. Yo he llegado a escuchar a un tipo justificar ante un tribunal que le había pedido a otro por teléfono que le llevase medio CD. Y quedarse tan fresco. Por la boca muere el pez.

Aquí os dejo un vídeo (ahora los locuto también) para que os podáis asomar al mayor juicio por drogas celebrado en los últimos años en Jaén.