Fulano Moreno Moreno tiene un gran berrinche porque lo quieren sacar de la prisión de Jaén para mandarlo a la de Albolote. “La sangre pikiki que llevas dentro te arde en cocktel de dulce sabor”, le dicen los funcionarios. En Albolote penan los pikikis presos, y en Jaén están los mallarines que han sido malotes, y los funcionarios saben que no es bueno para la salud de unos y de otros que se mezclen. La última vez que ocurrió éso en la prisión de Jaén, por un despiste, un mallarín acabó en el hospital. El problema es que Fulano Moreno Moreno ni es pikiki, ni tiene el gusto de conocerlos de cerca. Pura coincidencia de apellidos y confusión de alguno de los funcionarios. Pero si no se anda listo lo mandan para Albolote.
La semana pasada juzgaban en Jaén a Zetano Cortés Escobedo. Presentaron a la jueza a un tío esposado, alto, espigado y blancuzo, con un monazo que se subía por las paredes. En el banquillo de acusados había otros cuatro Menganos Cortés Escobedo que se partían el pecho de risa. Los cuatro chaparros, rechonchos, saludables y morenos. Y pretendían que el otro era su hermano. Para troncharse. El tal Zetano Cortés Escobedo le dio sus razones a la jueza: “Mire usted, señoría,que yo no tengo ni idea de por qué me han traído aquí, ni conozco de nada a estos señores, ni yo he hecho nada. Yo estoy preso en Alicante y me han traído aquí, que llevo ya una semana de viaje de cárcel en cárcel, para nada”. El entuerto lo deshizo el auténtico Zetano Cortés Escobedo, al que de verdad acusaban, que se presentó allí por su propia voluntad. Para que luego digan. Al fiscal se le escapó: es que con esos apellidos hay muchos presos. Tantos como Morenos Morenos penan en esas cárceles de Dios. Los Fulano de tal de toda la vida