Una novela de aventuras. Nada más y nada menos. En mayúsculas. Dos sentadas (en la edición Debolsillo son 202 páginas hipnóticas) de salvajes cabalgadas, tiroteos, emboscadas, heroicidades y traiciones. Eso es Valor de Ley (True Grit en el original, de Charles Portis). Ambientada en el lejano y salvaje Oeste, ha servido de inspiración a la última película de los Coen (John Wayne ganó su único Oscar con la primera adaptación al cine de esta obra en 1969). Una historia de aventuras. Nada más y nada menos, repito. Como La isla del tesoro, Capitán de Mar y Guerra o El Capitán Alatriste.
Si desde la primera página el ritmo narrativo es trepidante, lo que engancha son los personajes. La niña resabiada y cargante, el fascinante comisario Rooster Cogburn, el texano Lebeuf, el villano Tom Chaney, el malo malísimo Lucky Ned Pepper. Pero sobre todo Cogburn. Un asesino con chapa, al que la vida ha colocado a un lado de la ley como pudo ponerlo al otro. No mucho mejor que los malos a los que persigue. Un tipo a la altura de Long John Silver, Jack Aubrey el afortunado o Diego Alatriste. Menudo cuarteto. Los pelos como escarpias.