Comparto aquí el comentario en IDEAL de María Capilla de la Calle, que asistió a la fiesta de la Guardia Civil. Advierto que no he podido resistirme a añadir algunas morcillas.
La cosa institucional está que arde
Con el pitote de la bandera por un quítame allá ese protocolo, la prensa estaba ayer ojo avizor con dónde se sentaba cada uno en el acto de la Guardia Civil. Yen estas que al lado del alcalde Fernández de Moya se sienta una joven, de negro riguroso y largos cabellos negros. Ni plumillas ni fotógrafos acertábamos a ponerle nombre. Así que preguntamos. Según la lista de protocolo, la primera pista que nos dieron es que podía ser Gabino Puche, pues aquel lugaren primera fila estaba reservado para un diputado del reino. Eso nos puso a cavilar. Gabino Puche se mantiene en una forma admirable. Pero no. Definitivamente, la señorita de negro riguroso y largos cabellos negros no podía ser Gabino Puche. Puche nunca llevaría un abanico rojo. Al final, con la ayuda de alguno de los asistentes («no sé, creo que es del PSOE», decía uno del PP) sacamos en claro que era Mercedes Gámez, diputada en las Cortes en la IX legislatura recién acabada y candadidata a participar en la X (cuarta de la lista del PSOE). «Trabajar trabaja, pero tiene narices que a una diputada por esta provincia no la conozcan aquí», decía un veterano socialista.
Por cierto, que institucionalmente debutó Concepción Rojas como delegada del Gobierno en funciones (sustituye a Felipe López, candidato a senador).
La foto es de Celia Mondéjar. Del acto hay también un vídeo que dejo aquí
De lo más comentado fue una frase del subdelegado Calahorro. “Democracia es poner a cada uno en si sitio”. Lo dijo comentando la buena labor en democracia de la Guardia Civil. Pero todo el mundo pensó que lo decía en presencia del alcalde después de lo de la bandera, cuando todos los cargos institucionales socialista se marcharon del acto porque consideraron que la organización (municipal, del PP) había menospreciado a Calahorro al no ubicarlo en presidencia. Calahorro es fino. Para cuatro días que le quedan en el convento, podía haber pegado una rajada de las buenas. Jugaba en casa. Pero la tiró a la ‘remanguillé’, con cara de ‘a mi que me registren’. Esas son las que más escuecen. Muy institucional.