Mañana de resaca electoral. Los del PP pasaron la noche bailando. Ahí os dejo el vídeo del comienzo de las festejos, cuando sonó en el Infanta Cristina el ‘Alfredo no te creo’
Después se fueron a beberse la noche a la Kharma, antigua Bariloche. La fiesta del cambio, dijo la megafonía cuando invitó a todos. Efectivamente. Cómo han cambiado las cosas para el PP de Jaén, cuando ahora se van de fiesta todos juntos a la antigua Bariloche. José Enrique ha logrado construir un liderazgo sólido. Lo suyo le ha costado. Sangre, sudor y lágrimas. El viento a favor ha hecho el resto. Anoche era, otra vez, su noche. Más galones para él por pintar de azul Jaén. Se ha logrado además el compromiso de Elvira Rodríguez con la provincia. No es poco, porque está llamada a estar entre los elegidos de Rajoy. Tanto José Enrique como Elvira quisieron centrar su discurso y la celebración en la victoria del 20N en Jaén. Pero la euforia ya es incontenible. La militancia explotó. “A por la Junta”, corearon. Marzo ya está aquí.
La noche electoral del PSOE fue muy distinta. Reyes compareció respaldado por los candidatos para dar cuenta de la derrota. No fue mala foto, pues aunque las caras eran un poema, al menos se lanzó el mensaje de unidad en torno al secretario provincial. De que aún hay partido. Por más que el run-run que nadie confirma fuese que interventores y apoderados muy destacados en la capital abandonaron sus puestos a media mañana. “En una taberna estaban, en vez de en las mesas”, decía un veterano militante. A perro flaco… Ahora el interés está en la autocrítica más allá de culpar a la crisis como ya se hizo en mayo (más de veinte puntos de diferencia en la capital, pérdida de Linares, Baeza y otros pueblos señeros) y en saber cómo se preparan las autonómicas (con o sin congresos, con gestora en la capital…). Al menos les quedó el buen sabor de boca de las tapas de mi amigo Loren, que imparte doctrina de buen comer en la calle Hurtado y que dio el ágape de la noche a los socialistas en el Abrehui. Contra el mal sueño, colchón de vino, que dicen los viejos. Aunque luego llegue la resaca.