La pelea de los ‘padres coraje’, Maximiliano y Maribel, sigue de plena actualidad. Y lo estará mientras no se aclaren todos los extremos de la muerte de Javier Joyanes Castilla. Los últimos detalles de la instrucción del caso los hemos publicado en IDEAL. Os dejo la noticia con un vídeo que grabé en la habitación de Javier hace ya meses y que aún hoy soy incapaz de ver sin un nudo en la garganta.
Nuevos testigos añaden más dudas a los “padres coraje” sobre la muerte de su hijo
Más de tres años después de la muerte de un joven jienense en La Calahorra la Justicia todavía no ha podido esclarecer los hechos
:: JUAN ESTEBAN POVEDA
JAÉN. Nueve horas antes del hallazgo del cadáver de Javier Joyanes Castilla en una rambla de La Calahorra (Granada) a los pies de un precipicio de cinco metros a un kilómetro del casco urbano, ya había gente buscándolo. Por el pueblo y por otros puntos de la comarca granadina, adonde el joven jienense había acudido para la boda de un amigo el 6 de septiembre de 2008. Tres años largos después de la muerte, este dato acaba de ser confirmado al juzgado por empleados y personas que asistieron a la boda. Aún no se ha podido aclarar quiénes buscaban a Javier y cómo sabían que no había ido a dormir al hotel que tenía reservado. Hasta ahora, en el procedimiento judicial que intenta aclarar las circunstancias de la muerte, constaba que hasta las dos de la tarde, cuando los padres de Javier llegaron a La Calahorra -intranquilos porque no podían localizar a su hijo y nadie les daba razón suya- nadie buscaba al joven ni nadie sabía que le podía haber ocurrido algo malo. Lo localizaron en torno a las cinco de la tarde en la rambla. La novedad aporta otra zona de sombra sobre el caso. Otro motivo por el que los padres de Javier Joyanes, conocidos como los “padres coraje”, no dan por buena la hipótesis de la muerte accidental de su hijo (una caída por el precipicio, como insiste la Guardia Civil de Granada) y piden más investigación.
En marzo de 2011, dos años y medio después de la muerte en extrañas circunstancias de Javier Joyanes, el juzgado de Guadix que instruye el caso ordenó a la Guardia Civil que practicase una nueva diligencia: que interrogase en persona a los camareros que sirvieron la boda a la que asistió el joven. Por extraño que parezca en un caso con una muerte por resolver, antes sólo les habían preguntado por teléfono. La mayoría sólo pudo responder que no conocía de nada al joven por el que le interrogaban. Ahora, tres años largos después, les han preguntado mostrándoles una foto de Javier. Y según consta en las declaraciones recogidas en el procedimiento, han recordado que a las ocho de la mañana había gente buscando a Javier en La Calahorra. «¿Habéis preguntado en el centro de salud?», les dijo un camarero. «Venimos del centro de Alquife (en más cercano con urgencias) y allí no ha estado», les respondieron. Personas que asistieron a la boda y empleados que acababan de recoger echaron un vistazo por los jardines y concluyeron que allí no estaba la persona a la que buscaban.
«No sabemos quienes son esas personas que buscaban a Javier y cómo sabían que no había ido a dormir a su hotel. Pero les pedimos que colaboren para resolver ésto. La muerte de nuestro hijo no se ha investigado bien, y aún hay muchas cosas que no han sido capaces de aclarar», han dicho Maximiliano Joyanes y Maribel Castilla, los “padres coraje“, tras conocer las nuevas pruebas que constan en el procedimiento.
Últimos momentos
Javier fue visto por última vez antes de las cinco de la madrugada del 6 al 7 de septiembre de 2008, saliendo del salón con una chica que había conocido en la boda. Ella se fue a su casa. Javier la llamó por teléfono. Después llamó a su madre. La última vez que hablaron. Maribel no lo notó nervioso, ni alterado, ni bebido. Colgó a las 4.46. Después se despidió de los novios y se fue andando al hostal. Compartía habitación con un amigo de Jaén, que se había ido antes a dormir. Javier no llegó jamás a su cama.
Desde el mediodía siguiente, Maribel no dejó de llamar a su hijo. Cuando pudo localizar a su amigo, le dijo que no había ido a dormir y que no sabía nada de él. Maribel y su marido, Maximiliano, no se lo pensaron: cogieron el coche y se plantaron en un par de horas en La Calahorra. «Nos encontramos con que nadie buscaba a mi hijo», recuerda. Llorando, convenció a un concejal del pueblo y a otro joven para que los ayudasen. Se metieron por la rambla. Ahí estaba el cuerpo.
Zonas de sombra
Ahora las diligencias practicadas ponen de manifiesto que antes de las dos de la tarde, cuando ellos llegaron a La Calahorra, ya había gente buscando a Javier, algo de lo que los padres tenían referencias pero sin confirmar a efectos de que constase en el procedimiento judicial.
Un informe pericial encargado por los padres cuestiona la caída accidental: la herida en la cadera (estallido de la pelvis) que causa la muerte necesitaría de un golpe más fuerte. Pero hay más dudas: a treinta metros de donde estaba el cuerpo, familiares de Javier (se le pasó a la Guardia Civil en la inspección ocular del escenario) encontraron la carcasa del móvil de Javier, un boli y dos tarjetas de boda. No había rastros de sangre o de arrastre entre ambos puntos (Javier no podía andar con el golpe que tenía). El joven murió desangrado pero había poca sangre sobre el terreno. Tenía tierra roja en el pelo cuando en la rambla la tierra es más clara… «Las lesiones se produjeron en otro lugar, y por otro mecanismo, es posible que atropello (…) Después fue depositado creyendo que estaba muerto», concluye el perito. Agonizó durante horas.
Un año después del suceso no se le había tomado declaración a la persona que encontró el cuerpo, ni a los habitantes de una casa cercana al lugar del hallazgo, ni se había pedido la cinta de las cámaras de seguridad de un banco ante la que tuvo que pasar Javier. Demasiadas lagunas para no convencer a la Justicia de que había que seguir investigando. De hecho, el juzgado archivó inicialmente el caso bajo la hipótesis del accidente, y después tuvo que reabrirlo para seguir haciendo pesquisas. Siempre empujado por el coraje de unos padres convencidos de que había que pedir más pruebas. Y también la ayuda cualquiera pueda aportar algo a pesar del tiempo transcurrido.