(Arriba, visita de las autoridades a las obras en 2009 en una imagen del archivo de IDEAL. Abajo, estado actual de la variante en una foto de Carlos Jándula)
Anda revoltosa la peña en Twitter con el antes delegado y ahora candidato Rafa Valdivielso por la variante de Arjonilla. Está el hombre metido en campaña, con el escaño en el alero (se lo pelean Calvente y Serrano, a derecha e izquierda, y eso es un sinvivir) y le vienen reclamando no se qué de que acabe la obra, que no se deje las cosas a medias y otras minucias. Ayer mismo hicieron una manifestación en el pueblo para pedir su variante. Unas 200 personas, me cuentan. Le he echado un vistazo al archivo del periódico y no puedo sino expresar mi rechazo a las descabelladas peticiones de los vecinos: esa variante no debe ser acabada jamás. No se debe tocar ni un adoquín. Deben dejarla tal y cómo está. A lo sumo embalsamarla, despiezarla, enviarla al Guggenhein, al British Museum, al Moma, y que quede como epílogo del surrealismo, memoria viva de cómo funcionan por aquí las cosas.
Sin duda Vicente Oya, cronista de cronistas, o Manuel López Pérez podrán encontrar en legajos y viejos papeles los rastros de cuándo se prometió la variante de Arjonilla por primera vez. Lo mismo aparece en los hechos del Condestable, puese aquellas tierras se citan por ser del Maestre de Calatrava, que quería muy malamente a Don Miguel Lucas, el muy hideputa. Yo he podido llegar a 2004, que tampoco está mal, cuando la entonces consejera Concha Gutiérrez incluyó la variante en las 33 actuaciones previstas en el Plan Más Cerca. Habló de 240 millones. Entonces se hablaba de los millones como de las flores en mayo, de lo abundantes. Aunque ya había proyectos como el arreglo de la entrada a Jaén por la carretera de Córdoba que se arrastraban desde 1992.
En 2005 parecía que la cosa marchaba, y se destinaron 485.300 euros a la redacción del proyecto de obras. El entonces delegado Manuel López echó sus cuentas: dos años para empezar las obras, 20 meses de obras más, los ‘poyaques’ de rigor y para 2009 o 2010 máximo (límite de vigencia del plan Más Cerca) a cortar las cintas. Sin embargo, hacer la obra (valorada en 6,8 millones), lo que es hacer la obra no se empezó hasta 2009. Y tampoco es que aquello sea el Escorial. Que son seis kilómetros.
En septiembre de 2010 el ahora ex delegado Valdivielso -entonces en toda su berrea con el tranvía ya enjaretado en Jaén- decía que las obras entraban en su recta final, aunque admitía un retraso de dos meses por las lluvias. Hablaba de acabar en diciembre como máximo. Nunca se citó a Arjonilla entre las obras que la Junta había decidido ‘reprogramar’ (al igual que durante 2008 y 2009 los políticos socialistas no podían decir la palabra ‘crisis’ así a pelo, sino que como mucho podían decir ‘crisis internacional’, luego no podían decir ‘recortes’ ni ‘tijeretazos’, así que hablaban de ‘reprogramar’). El caso es que reprogramasen o no, los albañiles y las máquinas desaparecieron, según denuncian los vecinos. Aún habrá quien diga que será porque en las elecciones de 2011 el PSOE salió trasquilado y perdió la alcaldía. Yo creo que ha sido por morriña: tantos años prometiendo, que les daba pena acabarlo.
Así que a ver qué hacemos ocho años después de prometer y siete después de licitar el proyecto, con todo empantanado, millones invertidos pero a medio hacer. Los vecinos, más prácticos, quieren que acaben la obra, y se manifestan incluso por ello. Yo creo, ya digo, que lo suyo es que la dejen tal cual. Un monumento a la Andalucía real.