Más delgado, melena plateada peinada hacia atrás, americana de lino azul y ayudado en un fino bastón, el juez decano de Jaén, José María Cañada Clé, salía ayer del juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 3 de Jaén. Se le veía contento por volver al trabajo después de muchos meses en el dique seco por un accidente de tráfico. Va a hacer un año del “famoso y polémico” auto que paró el tranvía. De más o menos la misma fecha yo le recuerdo también otro auto, menos famoso pero que también dice de su forma de impartir Justicia, gracias al cual Cañada le salvó la vida a unos caballos a los que la ruina municipal tuvo en el nuevo Hípico sin agua durante muchos días, a pique de espicharlas, hasta que el juzgado obligó a bajarles bebida en un camión cisterna. Cuando estaba en el Penal 2 dictó alguna sentencia que dio la vuelta al mundo. Entre ellas, la de demoler una casa en La Mella que, a su juicio, molestaba a las águilas que anidan en la zona.
En la foto, tomada en febrero de 2011 por Francis J. Cano, Cañada (a la derecha), conversa con Lorenzo del Río, presidente del TSJA, y Elena Arias Salgado, presidenta de la Audiencia de Jaén.
Otra de jueces jaeneros, aunque anden por Sevilla: Francisco de Asís Molina, natural de Cazorla se presenta a decano de Sevilla. Tiene 47 años y tuvo su primer destino judicial en Andújar, tras lo que obtuvo plaza en juzgado de instrucción de Almería y después el juzgado de primera instancia 19 de Sevilla. Molina es el juez que instruyó el caso Marta del Castillo.