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Tumbas de leyenda y misterio en Jaén

Del obispo insepulto a la gitana de ojos negros de Romero de Torres, Andrés Segovia o el misterio de los Marqueses de Linares

Unas flores, una oración, un recuerdo. Cada tumba despierta los sentimientos de los allegados del difunto, de sus descendientes. Pero hay tumbas en Jaén, en cementerios y fuera de ellos, que guardan más que un cuerpo, polvo convertido en polvo. Por encima o por debajo de algunas lápidas hay una historia, una obra de arte, un misterio, una sorpresa, un personaje que tuvo el mundo en sus manos. Son tumbas con leyenda propia.
El enterramiento con más historia de la Historia de Jaén está en la Catedral. Es el de Alonso Suárez de la Fuente del Sauce, obispo de Jaén e Inquisidor fallecido en 1520. Aficionados al ocultismo y a lo esotérico lo han relacionado con los misterios de la cábala, con la Mesa de Salomón. Gran constructor, dejó dispuesto que a su muerte se le enterrase en la Capilla del Santo Rostro o Capilla Mayor, que él mismo había reformado. En 1635 unas obras en la catedral interrumpieron su eterno descanso. El cuerpo se metió en un arcón y se depositó en la Sacristía provisionalmente. Pero el Cabildo decidió no devolverlo a la Capilla Mayor, sino llevarlo al coro junto a otros prelados. Sus herederos, condes de Benalúa, emprendieron entonces un pleito al considerar violados sus derechos. Al final se encontró una decisión salomónica: don Alonso Suárez de la Fuente del Sauce volvería a la capilla Mayor. Pero no a una tumba, sino a una cajonera sellada. A cambio, los herederos del obispo harían todos los años para el día de los Santos una ofrenda al cabildo. Si éste la rechazaba, como ocurría invariablemente, el obispo seguiría insepulto.
El cajón fue abierto en varias ocasiones: en el siglo XIX para cambiarle las ropas mortuorias. El 15 de mayo de 1904 y 1926 para mostrarle la momia a Alfonso XIII. También hay datos que hacen suponer que se le mostró a Franco y, el 5 de enero de 1968, a la esposa del dictador. De ese día son las fotografías que se hicieron a tan singular cadáver. El 13 de mayo de 2001 se dio al fin sepultura al obispo: en la misma entrada de la capilla, pero fuera de ella. Estaba presente en el solemne funeral Teresa Medinilla del Campo, condesa de Benalúa que, según las crónicas periodísticas del extravagante entierro, exclamó «por fin» cuando se corrió la losa de mármol negro sobre el ataúd.
El visitante atento que pase por la catedral de Jaén, podrá detenerse un minuto al menos en otros tres enterramientos con historia. El último obispo que recibió sepultura en el templo fue Miguel Peinado Peinado, fallecido en febrero de 1993. No muy lejos está Fray Diego Melo de Portugal, agustino y seguramente el único de Jaén que mandó a un Rey más allá de Jabalcuz. José I (Pepe Botella) visitó Jaén en marzo de 1812 y reclamó su presencia en los actos oficiales. «Decidle a ese insensato que se marche de Jaén por donde ha venido», dijo a los emisarios reales el prelado patriota.
Más curiosa aún es la historia que cuenta la lápida de la tumba del obispo Salvador Castellote y Pinazo, fallecido en 1906. Lo acababan de nombrar arzobispo de Sevilla, nada menos. «Mientras estaba pronunciando un sermón de despedida en la silla episcopal de Jaén súbitamente se apoderó de él la enfermedad». Murió ese mismo día y acabó enterrado cerca del púlpito donde predicaba.
Aunque todos los tópicos del mito romántico que sustenta la imagen actual de los camposantos se dan hoy en el viejo cementerio de San Eufrasio de Jaén, cuya clausura está prevista para el 31 de diciembre próximo, cuando cumple 90 años. Su historia y muchos años de abandono y falta de cuidados convierten sus patios y pasillos en un paisaje casi onírico y misterioso. Algunos de sus panteones mantienen pese a la decadencia un aspecto imponente.

El más llamativo es el de Rodrigo de Aranda, conde de Humanes. Una pirámide triunfal con su escudo de armas. El famoso pintor José Nogué pintó al óleo -nunca visto antes en Jaén en una tumba – los retratos de sus padres en el mausoleo de los Nogué Massó. Después él mismo fue enterrado allí. El de Rafael Martínez Molina, discípulo de Ramón y Cajal, tiene un aire más científico que religioso, insólito para su época. Y el del poeta Bernardo López, el cantor del 2 de mayo, se eleva al cielo en una columna, con la lira y la musa de la poesía talladas por el escultor Tomás Cobo en 1899.
El arquitecto Luis Berges (padre) diseñó el panteón de Flores de Lemus, uno de los economistas más prestigiosos que ha tenido España y quien provocó que se cambiara al patrón oro … La historia de Jaén y retazos de la de España de los siglos XIX y XX se pueden seguir de panteón en panteón en San Eufrasio. Merece la pena buscar la única tumba con inscripción en hebreo del camposanto. «Murió fuera de su tiempo y de su lugar», reza. De este muerto sólo se sabe que era ciudadano inglés. Y para los taurinos, está la tumba de Juanito Tirado, a quienes las peñas taurinas de la provincia aún acuden a rendir homenaje: murió en su estreno como torero. Fue después de la Guerra Civil, en una corrida en Úbeda.
Entre los camposantos con leyenda en la provincia está sin duda el cementerio inglés de Linares. «Puedo mencionar un ejemplo de tolerancia. Difícilmente me esperaba en esta parte de España encontrar un cementerio protestante junto al cementerio general del lugar» (Diario de Thomas Sopwith, 1864). Desde 1855 se enterraron allí anglicanos, luteranos, calvinistas, metodistas, masones … la mayoría ingleses llegados a Linares para trabajar en las minas, pero también personas a las que las leyes de cada momento no daban cabida en el cementerio municipal (por sus creencias religiosas o por carecer de ellas). Pedro Hasselden y Carlota Remfry fueron los últimos enterrados allí en 1957.
No es la única tumba cuya visita es recomendable en Linares. La más modesta es un nicho que pasa desapercibido en uno de los patios del cementerio viejo. «Aquí yace la excelentísima señora Natalia Castro Rodríguez. Linares, 1892, Madrid 1980. Medalla al mérito en el trabajo, modelo y musa de insignes pintores». Sobre la inscripción, el retrato de una anciana de bellísimos ojos negros. Los mismos ojos que cautivaron primero, siendo niña, a Joaquín Sorolla. Y luego ya joven, prendaron a Julio Romero de Torres. Ella es la mujer española de la copla. Su retrato se reprodujo incluso en los billetes de 100 pesetas. «Sus restos llegaron a Linares procedentes de Madrid. Estuvo Alfredo Catalán, entonces alcalde, y un gran número de gitanos que hoy en día son los que se encargan de cuidar su lápida», explicaron a IDEAL empleados del cementerio.
Los mismos empleados no podían olvidar tampoco el momento en octubre de 1996 en el que se abrió el sepulcro de Manuel Lozano Garrido, hoy declarado beato por la Iglesia. «Había que guardar silencio y no podíamos fumar. Las puertas principales estuvieron cerradas hasta que terminó el acto. No hubo cámaras de fotos o vídeo. Lo hicimos todo con mucho mimo, quemando los residuos después. Hicimos un juramento y firmamos como testigos un documento», recuerdan.
Los restos del beato Lozano Garrido reposan hoy en la iglesia de Santa María, en una capilla dedicada a su culto. El único lugar de la provincia donde rezar ante las reliquias de un santo jienense, pues los restos mortales de San Pedro Poveda Castroverde, asesinado en 1936 en las tapias del cementerio del a Almudena de Madrid, están actualmente en el Centro Santa María de los Negrales, de la Institución Teresiana, en la sierra madrileña a 40 kilómetros de la capital. Allí también se veneran los restos de otra jienense ilustre, Josefa Segovia Morón.
Ilustre fue también el linarense Andrés Segovia. Desde el 4 de junio del 2002 su restos mortales reposan en la casa-museo dedicada a su memoria en la calle Pontón de Linares, a donde fueron trasladados desde Madrid, donde habían sido sepultados en 2987. Una cripta en el sótano del Palacio de los Orozco. Al fondo de la cripta se encuentra una mesa de Eucaristía y una Virgen del escultor Víctor de los Ríos que el biófrafo oficial del genial guitarrista, Alberto López Poveda, donó a la cámara sepulcral de su amigo. Una tumba sobria a la que llegan nítidos los acordes de las guitarras cuando hay concierto en la casa-museo. Los acordes también se escuchan desde un naranjo del patio, a cuya sombra se enterró a “Andi”, el perro que solía acompañar en los ensayos al Maestro.

En Linares está la que seguramente sea la tumba más bella de la provincia, rodeada por un halo de misterio y leyenda. La de José de Murga y Reolid, I marqués de Linares, I vizconde de Llanteno, y su esposa, Raimunda de Osorio y Ortega. Dueños de una de las mayores fortunas de España a finales del siglo XIX y principios del XX. Fueron enterrados en el gran hospital de ladrillo rojo que financiaron en Linares. Dentro del hospital hay una capilla. Y bajo la capilla, una cripta. El impresionante sepulcro esculpido en mármol blanco y bronce, fue realizado por Lorenzo Coullaut Valera. Todo el conjunto está tallado con gran realismo. Una obra de arte. Pero no sólo éso.
El marqués era un magnate financieron de principios del siglo XIX. Entre sus posesiones estaba lo que hoy es la Casa América, en la plaza madrileña de Cibeles. En 1990 corrió la voz de que allí había fantasmas. La imaginación popular especuló con las almas en pena de José y Raimunda, penando por fantasiosas historias de pecado.
Aunque una tumba bella, una historia curiosa guardada detrás de una lápida, la hay en cualquier lugar de la provincia. En Frailes, cerca de Alcalá, está la tumba de Ezequiel Mudarra que fue arcipreste de la Catedral de Sevilla, secretario general de los príncipes Beatriz y Alfonso de Orleans y presidente del cabildo de la catedral de Madrid. Su labor con los infantes se inició en 1909 y gozaba de la estima de Real, hasta tal punto que construyó una casa en Frailes para que los infantes pudiesen pasar los veranos. Pero los príncipes nunca llegaron a pisar la villa frailera. Murió en 1934. Se había hecho edificar un bello panteón en Frailes, donde reposan sus restos, informa Santiago Campos. Esta semana, cuando se llene el cementerio para recordar a los difuntos, más de uno admirará el bello mausoleo y tal vez deje allí una flor, una oración, un pensamiento.

Publicado en IDEAL el 28 de octubre, y buena lectura para la noche entre los Santos y Difuntos

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