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El Jaén que come gracias al trueque

ACTUALIZACIÓN del miércoles día 5, dos días después de publicar el post original sobre Entorno Mujer: El jueves día 8 de noviembre a las cinco de la tarde Cáritas de Jaén presenta un mercadillo de trueque y un banco de tiempo. La organización de la Iglesia Católica explica qué se puede compartir o intercambiar allí: conocimientos como idiomas, manejo del ordenador, asesoramiento sobre diversos temas, tareas domésticas, bricolaje, transporte, libros, juguetes, ropa, espacios, compartir coche …. También se pueden aportar sentimientos: provocar una sonrisa, atención, afecto, sentimiento de pertenencia … “Somos varias organizaciones y estaremos en el edificio del Patronato de Asuntos Sociales”, ha explicado en Facebook el presidente de Cáritas Interparroquial de Jaén, Alfonso Alcalde.

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Hay hambre. No hay dinero. Y lo primero es comer. Pasa en muchas casas de Jaén, la provincia la segunda tasa de paro más grande de España (sólo por detrás de Ceuta). Las 160 socias Asociación Entorno Mujer han montado en la calle Martínez Molina 39 de Jaén un mercadillo de trueque: cambian ropa, libros y otros objetos de los que pueden prescindir (o que les regalan) por comida. Son mujeres inmigrantes, la mayoría, pero también -y cada vez más- españolas del casco antiguo.  No es la primera vez que en Jaén se plantean iniciativas que esquivan el bien más escaso en estos tiempos: el dinero. Ya hubo un banco de tiempo. Ahora es trueque puro y duro: te cambio mis zapatos por un kilo de arroz. Hay familias que están recurriendo a este método. Madres que se buscan la vida para que coman sus hijos todos los días. Porque hay hambre. Y no hay dinero. No son casos aislados. Cáritas alertó en mayo de que uno de cada cuatro jienenses recurrió a lotes de comida repartidos este año. «Es un dato duro, pero lo cierto es que nos estamos moviendo en porcentajes de entre el 25 y el 30% de la población de la ciudad que necesita ayuda», dijeron desde la organización de la Iglesia Católica. En ese contexto de subsistencia se mueven las mujeres del mercadillo del trueque. Estas son algunas de sus historias:

Jessica Macías, ecuatoriana, llegó a España en 1999 “como turista”, con un hijo de seis años. Nunca hasta ahora le ha faltado trabajo. Durante años recorrió buena parte de Andalucía, limpiando colegios y centros públicos. Ahora está en paro. “No hay trabajo. No hay nada”, insiste.  Es la presidenta de Entorno Mujer. Allí acuden muchas mujeres que no tienen con qué poner un plato de comida en casa hoy mismo.  “Está ocurriendo en Jaén, gente que pasa hambre.Que se acuesta sin comer. A la asociación el Banco de Alimentos nos da comida cada tres meses para que repartamos entre las socias. Se acaba pronto. ¿Y qué comemos en resto del tiempo? Es difícil”, explica. El problema es que nadie trabaja. En la zona Sur de Jaén (la más pobre) y en barrios como el polígono del Valle el paro puede rondar el 60%.  Así que nadie tiene ingresos. Nadie lleva un euro en el bolsillo. Pero todo el mundo tiene en su casa alguna ropa, algún trasto, del que puede deshacerse. Y cambiarlo por comida. Así también se ayuda a gente que tiene el dinero justo para la comida, pero que a los que no le alcanza para nada más: por lo que cuestan unos kilos de legumbres puede hacerse con ropa y zapatos en perfecto estado. O con unos patines para alegrarle el mes a los niños.

Como a nadie le gusta pasar hambre, muchos inmigrantes  que llevaban años en Jaén están regresando a sus países de origen. Allí al menos tienen quién les ayude para poder comer. Jessica también se lo ha pensado. No lo ha hecho por su hijo, que tiene ahora 19 años y está perfectamente integrado en España. “Es ya técnico informático. Hasta que no acabe sus estudios y salga ingeniero aguantaremos”, dice.

Marta Lucía llegó de colombia hace doce años. “Llegué a Madrid solita, y le pregunté a un policía cual era la ciudad más tranquila de España. Me dijo: Jaén. Él mismo me compró el tiquet. Llegué aquí sin nada. La primera noche dormí en un parque. Luego me hice una amiga que me ayudó, y encontré trabajo de interna. Se murió la viejita y me tuve que marchar a otro. Luego me dieron papeles. Me los arregló el padre Luis, de San Felipe. Seguí cuidando personas, de interna, hasta hace más de un año. No hay nada que hacer ahora. Tengo un hijo de nueve años. Me agarro a lo que puedo para comer. A lo que me dan en la asociación, a lo que me dan en una iglesia evangélica, a una pescadería donde me conocen y me dan algo. Está muy difícil. Mis hijas mandan algo desde los Estados Unidos. Es el único dinero que cogemos”.

 María Isaura entró en España con una carta de invitación que le mandaron sus hijas hace ya diez años, lo que le permitió viajar desde Colombia con tranquilidad. Su situación es ahora desesperada. Su marido murió hace dos meses. “Cuando él estaba bien no faltaba dinero, estaba en la obra”. Ahora quedaron seis viviendo en casa. Sólo entran 700 euros que gana una de las hijas (“la obligación la lleva ella, como decimos en mi tierra”), y la mitad se lo lleva la hipoteca. A ella no le queda ni el recurso del retorno. Toda la familia está ya en España, sobreviviendo al límite.

Juan José Serrano trabaja de coordinador de la asociación. Les hace los papeles, les ayuda en las actividades y va con ellas a hablar con los políticos. “Hay casos dramáticos. Y cada vez más solidaridad. Todo el mundo, español y extranjero, tiene ya la percepción de que cualquiera se puede ver sin nada que comer en casa. Que nadie está a salvo”, explica. De hecho, confirma que aunque la asociación era en principio para mujeres inmigrantes cada vez hay más españolas. Serrano y Jéssica Macías explican que parte de los esfuerzos de la asociación se tienen que dedicar a levantar la moral de las socias: “Están destrozadas por el paro y las dificultades económicas. Necesitan recuperar un poco de autoestima para no hundirse del todo”, aseguran.

Carmen es una de las mujeres españolas que se pasa por la sede de la asociación en día de mercadillo (miércoles por las tardes y sábados desde las diez de la mañana a siete de la tarde). A ella le queda de paro este mes y el que viene. Después, nada. Sólo el recuerdo de los más de 20 años en los que ha trabajado en puestos de responsabilidad y con equipos a su cargo. Tendrá que salir adelante con una pequeña paga que le quedó a su pareja tras ser trasplantado. Y hay que pagar una hipoteca. Se maneja bien con las agujas. Ya estuvo un tiempo haciendo vestidos, disfraces y trajecitos para muñecas que colocaba entre familiares y allegados. Una ayuda. Pero no llega. “Yo siempre tendré a la familia, que me ayudará en estos momentos en los que necesito todo el apoyo”. Entra en el local del mercadillo de Encuentro Mujer con una mochila cargada de comida. “Hay que echar una mano, siempre hay que gente que necesita aún más que tú”, asegura. Ella también vive con recortes. “Yo antes fumaba”, bromea.

El el vídeo, Jessica Macías explica el funcionamiento del mercadillo.

 

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