El presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, calificó días atrás como “un fiasco” el resultado de la comisión de investigación parlamentaria sobre los ERE. Hay clamor al respecto. Los analistas se devanan los sesos: Tanto pa’ ná, cucha tú que comisión, vaya una mierda y cosas así. Discrepo. De fiasco nada. Ha sido la comisión de investigación más reveladora de todos los tiempos: se señaló inicialmente en agosto para taparla (luego no pudo ser y quedó para septiembre), se pasó por la censura el informe de la Cámaras de Cuentas para salvar a Griñán (tiene cojones, que se escapa por los pelos y de fullería y encima va diciendo que ha sido un fiasco), se citó a declarar a la junta directiva de la asociación de amnésicos y al final se intenta echar la culpa al camello que le daba a Guerrero la coca, al camarero que le echaba los gin tonics y al interventor que alertó tropecientas veces que aquello apestaba.
¿Y que todavía haya gente diciendo que fue un fiasco? Hombre, investigar no se ha investigado mucho, para qué negarlo. Pero relevadora, por un tubo. Más de uno y más de dos han quedado retratados perfectamente. Y muy guapos no han salido, digo yo.