Ayer murió un bebé en Jaén. Un bebé de entre tres y cuatro meses, me cuentan. Muerte súbida, según todos los indicios detectados por forenses y policías que han hecho las investigaciones de rigor. Sus familiares lo llevaron al hospital nada más detectar que no respiraba. Pero ya era muy tarde. El niño había quedado a cargo de un hermano mayor. Vivían con la abuela. Una familia de origen colombiano, de las muchas que se han asentado en Jaén en los últimos años para ganarse el pan. La madre llevaba un mes en Italia, donde al parecer le había salido un trabajo. La vida del emigrante. La abuela se encontraba fuera de la casa, trabajando. Fue el hermano quien se dio cuenta de lo que pasaba y que movilizó a la famila a la desesperada para intentar salvar al bebé.
Estremece sólo pensar en el impacto brutal que supone una muerte así. Tan repentina, tan inexplicable. La muerte súbita es la primera causa de fallecimiento en niños de más de un mes en países desarrollados (un fallecido por cada 2.000 nacidos, aproximadamente). Desde 2008 me ha tocado informar de dos casos de muerte súbita anteriores en Jaén, ambos ocurridos en guarderías. Me acuerdo especialmente de febrero de 2009, un par de horas de guardia en la puerta de la guardería Cervantes, en la Carrera. Ese día percibí el terror de muchos padres, conscidentes de que le podía haber tocado a cualquiera. El Miedo, con mayúsculas.
Que descanse en paz el bebé, y que encuentre consuelo su familia, si es que éso es posible después de una desgracia así.