Se ve que con los años el subdelegado Calahorro le ha cogido querencia al orden y la ley. Atrás quedaron los tiempos de juventud y utopía. A día de hoy, no soporta verse en los periódicos junto a las palabras ‘avalancha’ e ‘inmigrantes’. Así que se ha metido a cerrajero. Quiere ponerle puertas al hambre. Apañado va.
A la próxima campaña de aceituna vendrán miles de inmigrantes. Con y sin papeles. Todos con hambre. La crisis se ceba con ellos. Jaén es tan buen sitio para arrastrar su miseria como otro cualquiera. Las autoridades se devanan ya los sesos para evitar imágenes tan lamentables como las del invierno pasado, con centenares de personas durmiendo al raso a bajo cero.
Si tan claro está que no se necesita mano de obra en la provincia (resulta obvio con 50.000 parados) más vale que se prepare un buen sistema de ayuda humanitaria. Venir vendrán miles. Con posiblidades reales echar unos jornales, sólo unos pocos. Tipos que se han jugado la vida en una patera no van a pensárselo ahora sólo porque Calahorro diga que habrá un “control total” para los sin papeles. Mejor prepararse para atenderlos con la mayor decencia posible. Porque no se le pueden poner puertas al hambre.