El oso ya está muerto y bien muerto. Víspera de puente de desfile de detenidos en los tribunales de media provincia, furgonetas dando viajes cargadas de arqueología hasta los topes y regusto de operación grande. La gran redada contra el expolio del miércoles aún da que hablar. Y lo que dará. Ahora hay que vender la piel.
Cuidado exquisito han tenido tanto la Guardia Civil como la Policia Nacional para no ponerse medallas antes de tiempo. Después del sainete del atraco al 24 horas del Gran Eje hace unos meses (un asunto tontuno, pero que escoció Berges y en la cuesta de los civiles), más valía cogérsela con papel de fumar. Todos contentos. Cada uno en su casa y Calahorro en la de todos. Hay que felicitarse por el buen trabajo de todos: de las fuerzas de seguridad, de la Justicia, de la Subdelegación…
Se prepara una lucida exposición del material intervenido (miles de piezas, entre ellas monedas que valen un potosí) y rueda de prensa para el jueves, después del puente. Mayormente para ampliar lo que ya cascó Calahorro el otro día y para lucir el género. Eso sí: si lo permite el ya pisoteado secreto de sumario decretado por el juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de La Carolina, que ha llevado la manija del tostadón del expolio. No hay que dejarlo mucho tiempo. Que la lozana piel del oso no se convierta en pellejo viejo.