«Afloja, tío, afloja», le dijo el joven Q.D.T. a Esteban Jesús M.M. cuando volvían a
Mancha Real junto a José Antonio F.C. de pasar una noche de fiesta en Jaén. Los tres con 19 años. Amanecía a las siete y cinco de una mañana lluviosa de domingo. Q.D.T. le dijo esta semana al juez que iba en el coche con miedo. Tenía sus motivos. No habían recorrido ni un kilómetro desde la discoteca donde acabaron la noche del sábado 31 de enero de 2009 cuando Esteban perdió el control del vehículo, se salió del carretera y fue a estamparse contra un árbol justo al pasar el puente que había entonces en el Polígono de los Olivares. Juan Antonio murió en el acto. Esteban Jesús M.M. ha sido juzgado ahora en el Penal 4 de Jaén. Lo acusan de conducción temeraria con resultado de muerte: antes de ponerse al volante, según los análisis de sangre a los que fue sometido, había bebido (dio 1,37 en sangre), había esnifado cocaína y había fumado porros (ésto último él lo niega).
El Fiscal sostuvo una petición de condena de dos años y nueve meses de prisión y
cuatro años sin carné. La acusación particular le pide tres años de cárcel. En ambos
casos se sostiene que se trató de una conducción temeraria:además de tomar alcohol y drogas, Esteban tenía el carné desde meses antes del accidente y como conductor novel no podía pasar de 80 (velocidad a la que además estaba limitado el tramo). Su defensa quiere que lo condenen por una imprudencia leve y por conducción bajo los efectos del alcohol. El matiz es ingresar o no en prisión en caso de condena.
Además, la defensa hizo en el juicio una pirueta jurídica inusual: caso de que se
aprecie conducción temeraria con resultado de muerte, se pide una atenuante
analógica poco frecuente: todos los ocupantes del vehículo habían consumido lo
mismo. Y todos sabían que Esteban Jesús estaba bebido y drogado. Y aún así se
montaron con él. El letrado de la defensa citó jurisprudencia que concede un trato
más benévolo a condenados en estas circunstancias que a aquellos que temerariamente han provocado la muerte de una persona que iba andando por la calle o en otro vehículo. La Fiscal se opuso a esto. Y recordó que posiblemente las últimas palabras que escuchó José Antonio antes de morir fueron «Afloja, tío, afloja». Y que después se estrellaron.