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La escalera endiablada de la calle Nueva

Que llamen al obispo. Urgente. Que acuda el deán con el iPad de bendecir. La escalera de la calle Nueva baja. Cosa del maligno, sin duda. La escalera necesita un exorcismo.

La escalera de la calle Nueva fue un invento de los tiempos oscuros. Del rojerío, de la molicie, del que me den. Paco Marín, un fenómeno, embolicó a la Peñalver y se llevó una escalera mecánica para su calle. La más coqueta de Jaén, que nadie lo dude. Luego la Peñalver lo embolicó a él y lo metió en las listas, y  salió trasquilado, que es lo que le suele pasar a la gente normal cuando trata con políticos. Los de los tiempos oscuros y el rojerío pusieron la escalera para bajar, fenómeno que causó no poco asombro, y que se interpretó como signo de rebeldía contra las leyes de la lógica. Hasta que llegó José Enrique, que decidió que una escalera mecánica española, austera hasta lo espartano, cristiana y de buena familia debe subir. No sólo cambió el sentido de la marcha de la escalera, sino que hizo de ello un acontecimiento público. (En la foto, ‘viaje inaugural en una escalera mecánica del alcalde’, de Francis J. Cano)
 

Pero hete aquí que una tarde víspera de Reyes, en el nuevo Jaén-Esparta donde las escaleras suben, la de la calle Nueva se puso a bajar, entre muestras de espanto y temor del gentío, que temió que fuese un presagio de los cielos, un anuncio de la resurrección de los defenestrados, una artimaña publicitaria de mal gusto o vaya usted a saber. Hasta llamaron al periódico, mire usted. Tiene que ser algo muy gordo para que la gente llame al periódico. Y ayer por la tarde llamaron. Una escalera endiablada, ni más ni menos. Ahí dejo el vídeo de Manuel Béjar, para los que tienen que ver y tocar para creer.

La llave de la escalera la tienen en Los Pitufos y en la Gamba de Oro. Los primeros que abren en la calle Nueva y los últimos que se van, con permiso del Akelarre donde se lían pardas las madrugadas. Los comerciantes y vecinos están muy contentos con su escalera, salvo porque los gamberros han aprendido cómo hacer que salte una alarma que aúlla por las noches como un lobo en celo, y a darle al stop y pararla. Debió de ser para arrancarla tras una de esas paradas cuando alguien se equivocó, y en vez de darle a derechas, que es para que suba como Dios manda, le dio a izquierdas, para que baje a los infiernos de los tiempos oscuros y el rojerío. Se ve que las carga el diablo. Por eso, que llamen al exorcista. Urgente.

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A bocajarro. A la distancia justa donde salpican las tripas de la noticia cuando estalla.

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