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Y encima, el chófer dio un pelotazo

El ex chófer Juan Francisco Trujillo es hoy un hombre que no anda muy sobrado de dinero. Él mismo se lo dijo a la Policía, cuando admitió que cada vez que veía últimamente a Guerrero por la calle (ya no quedan, ya no son colegas) le pegaba un sablazo de cien euros. Pero hubo un tiempo en el que él manejaba. No sólo por las subvenciones. También dio un pelotazo: ganó 150.000 con la compra venta de una finca en la Sierra de Andújar.

La finca la compró con una de las subvenciones que le dio Guerrero. Según la documentación que consta en el procedimiento, le costó 62.000 euros. A los dos años la vendió por 210.000. Ahí es nada. Buen golpe. Es el único negocio que le salió bien, según parece. Con la subvención también compró un piso en Sevilla, que perdió al poco tiempo en un embargo.

Se estima que Trujillo cobró ilegalmente casi un millón y medio de euros en sus años con Trujillo. Tres subvenciones de 450.000 euros más la prejubilación de su madre, al menos otros 125.000 más que según admite cobró él mismo. Creó empresas e intentó camuflar su pista con testaferros, tal y como se desprende en la investigación de la sociedad que se creó para cobrar la subvención de una granja de pollos en los Llanos del Sotillo. La Unidad de Delinciencia Especializada y Violenta de la Policía Nacional de Jaén ya lo tenía todo atado y bien atado cuando fueron a verlo a Andújar el 15 de diciembre pasado. Ni lo detuvieron. Le imputaron los delitos de fraude, y con un mandamiento judicial registraron su casa. Cuando le tomaron declaración ratificó punto por punto lo que los agentes ya sabían por los papeles que habían recopilado contra él desde principios de noviembre, cuando les dieron el soplo de que la persona a la que la Agencia Tributaria tenía imputado por delitos de fraude fiscal estaba en algo gordo. Luego soltó lo de la coca. A efectos penales es lo menos relevante. La clave es que admite que se llevó el dinero y que lo entregaba a Guerrero.

Con estos datos, la UDEV de Jaén estaba en condiciones de pedir un mandamiento para detener a Guerrero. Y había ganas de tirar de la madeja: ¿quien transfería el dinero para esas solicitudes de subvenciones desde el IFA? Un juzgado de Andújar intentó enterarse. Pidió a la Junta dos veces la documentación. Los expedientes de subvención de las empresas de Trujillo. Aún está esperando respuesta. No le han mandado ni un papel. Los muy colaboradores. Pero en estas llegó Alaya. La jueza a la que no le gusta el azul-madero. La que prefiere el verde-pikoleto. En un escrito, la jueza exigió a la Policía de Jaén que se abstuviese de seguir investigando, so pena de incurrir en delito de desobediencia. Y el juzgado de Andújar se ha inhibido a su favor. Hasta aquí hemos llegado.

¿Es creíble lo que ha dicho Trujillo? Lo que le contó a la Policía lo ha ratificado luego en declaraciones a dos juzgados distintos. Así que por lo menos parece que está dispuesto a llegar hasta el final. con su versión. Aunque el móvil de la venganza (él mismo admite en su declaración que lo han puteado) puede que le haga ver las cosas con alguna distorsión. Ahora, que no sólo habla de juergas y lujos con Guerrero. Que las ayudas se las dieron en 2004 y aquí la Junta oficialente ni se ha enterado de que le tomaron el pelo y todavía no le ha dicho que las devuelva, aunque no hay casas rurales, ni granja de pollos ni negocio de carpintería. Y encima dio un pelotazo el tío. Qué figura.

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A bocajarro. A la distancia justa donde salpican las tripas de la noticia cuando estalla.

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