La celebración ínstitucional del Día de la Constitución en Jaén me deja perplejo. No tanto como el silencio administrativo en torno al escándalo del Megatín, pero casi. Me sabe mal por los merecidísimos galardones concedidos a Juan Arévalo como presidente del Grupo Avolo, a la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional, al general Fernández, a Radio Jaén-Cadena Ser y, a título póstumo, al maestro de periodistas Fernando Arévalo. Pero entiendo que no se ha hecho justicia a la Constitución.
Poner el acto institucional el jueves, con un puente de sábado a martes por delante (el día 6 es domingo, y hay un viernes para celebrar) es vergonzoso. Toda una declaración de intenciones: el viernes, a mediodía no queda ni el tato trabajando. A levantar España dando ejemplo, sí señor.
Los trabajadores de Primayor acudieron a la puerta de la Subdelegación a manifestarse. Habían ido por la mañana a darle una cencerrada a la Junta en el Bulevar, y ya puestos se animaron a subir a la Subdelegación. Engañados, sin derecho ya a cobrar ni el paro, están abocados a pasar hambre estas navidades. Así de claro. Pero a juicio del subdelegado Calahorro, la protesta de los trabajadores de Primayor “no tiene nada que ver con la Constitución”.
Suele estar acertado Calahorro en sus discursos. En éste no. Alardeó de sus tiempos “en las clandestinidad”. Pero criticó la protesta de los trabajadores. Cierto que a alguno se le fue la boca y le faltó a Terevé y a la Sabalete. (El comisario Salgado bajó echo un basilisco y mandó identificar a todos, aunque luego se subió a los discursos y las cervezas, y le dejó el marrón a Santos, el segundo comisario). Pero eso es una protesta de trabajadores, y Calahorro debería saberlo. Él, que fue clandestino. Y protestar para que la administración cumpla sus promesas y por un trabajo digno sí tiene que ver mucho con la Constitución, creo yo.
Se escuchaban dentro de la Subdelegación las pitorradas de los ‘primayores’ cuando finalizaron los discursos institucionales (menudo tostón el que soltó Calahorro, partidista y demasiado largo para el auditorio, que aguarda de pie el final del acto). Y comenzó el cerveceo, bien surtido como suele ser en la Subdelegación. Buen jamón y buen vino. Con un pero: no corren buenos tiempos y la administración debería de dar ejemplo de austeridad. Hubiese estado mejor dejarlo para otro año. Más con medio centenar de parados en la puerta, que se sentían atropellados por ésta forma de celebrar institucionalmente el Día de la Constitución.