Fue su hermana Encarna la que me habló de Miguel Francisco Montes Neiro. Encarna no ha estado en la cárcel más que para las visitas, pero ser la hermana del preso más veterano de España le da cierta autoridad. Fue hace unos meses, entre mayo y junio, cuando Montes Neiro cumplía condena en Jaén, y se puso en huelga de hambre. Lleva en la cárcel más de 30 años (desde el 76 casi ininterrumpidamente) aunque nunca ha matado a nadie. Eso sí, de pequeños delitos, fugas y permisos incumplidos sabe un poco. De salud está algo más que echo polvo, y el hombre quería que lo llevasen al hospital. Así que se puso de huelga de hambre. Una más.
Poco después de aquello me contaron que lo habían trasladado a Granada, de dónde es su familia. Y al tiempo, un funcionario -que me había advertido sobre el papel de víctima que había adoptado Montes Neiro durante su huelga de hambre- me informó que se había fugado: el 16 de noviembre pasado aprovechó que le permitieron ir al funeral de su madre. Se tiró por la ventana del cuarto de baño y, con sus achaques y sus 60 años, huyó por pies.
El viernes de la semana pasada lo cogieron. En la provincia de Granada. A mediodía. Su familia ha explicado que una pareja de policías paseaba como si fueran novios. Y que cuando llegaron a la altura de Miguel Francisco se le echaron encima y lo arrestaron. Encarnación añade que le dieron la del pulpo. Lo cierto es que el preso más antiguo de España vuelve ‘a casa’. A una cárcel. A las condenas que ya acumula suma otra más: la de su fuga. Aunque la auténtica pena que está cumpliendo es que prácticamente nunca ha sido un hombre libre.