La comidilla hoy en Cazorla son las grabaciones que hacía el dueño de un pub en el baño de señoras. Dice la Policía que ya ha confesado, y que tenía nada menos que 156 imágenes de mozas haciendo sus necesidades en el aseo de su pub. Surtido de culos serranos. Un año llevaba el tío dale que te pego con la cámarrilla. Artefacto maligno, invento del diablo casi del tamaño de un alfiler.
El caso me trae la memoria otro asunto también con cámaras de por medio, que dio mucho que hablar en toda la Sierra de Segura. Nada menos qué cámaras ocultas en un club de alterne (eufemismo para nombrar lo que, como escribió un guardia civil tras un registro a un burdel de Rus, se conoce popularmente como “una casa de putas”). Cambia mucho que una cámara capte a unas señoras o señoritas haciendo sus necesidades a que aparezca en pantalla don fulanito o don zetanito, felizmente casados, dándose un homenaje.
La tecnología deja nuestras intimidades al desnudo. Si en el puticlub de Génave las cámaras estaban en las luces de emergencia, lo de Cazorla ya son palabras mayores de la tecnología, pues la camarilla en cuestión asomaba por un enchufe. Apañado está el mundo si ya no se puede ni una echar una meada tranquila e íntima.
En la imagen, un Policía muestra dónde se escondía la camarilla.