Después de sus batallas con la tribu con los mallarines chiricaguas, los esforzados guerreros de los pikikis encontraron en Úbeda buenos prados donde pasta el bisonte y el terreno propicio para su ancestral estilo de vida. ¿Quieren verlo? Echen un vistazo:
Y así un día tras otro, hasta que a las honradas gentes de Fort Úbeda se les inflaron los cojones, y llamaron a Custer-Calahorro. El viejo general se reunió con policías, civiles, alcalde y demás fuerzas vivas. Y decidieron plantar batalla. “Sabemos quienes son, los tenemos vigilados y los vamos a poner donde tienen que estar”, asegura Calahorro. Quería infundir optimismo. Así que manda a la caballería, a los antidisturbios, a por los pikikis. Le hubiese quedado mejor salir con las fuerzas vivas de Fort Úbeda, echarle el brazo por encima al alcalde y entonar: