En este mundo de mierda que nos ha tocado vivir la línea que separa la vida de la muerte es muchas veces extremadamente delgada. Hoy estás; mañana no. Es así de jodido. No hay más que ver un telediario para darse cuenta de lo que estoy diciendo. Pero una cosa es que la mala suerte se cebe con uno y otra bien distinta que el hombre, ese animal que tropieza dos veces en la misma piedra, se exponga a riesgos de forma completamente inútil. Me refiero al tremendo problema de la siniestralidad en Jaén, una de las provincias con mayores tasas de paro y también con mayor número de óbitos laborales (porcentualmente, claro).

Día sí día día también saltan a las páginas de los periódicos luctuosas noticias sobre el fallecimiento de trabajadores en ejercicio de sus quehaceres profesionales. En Jaén estamos tristemente acostumbrados a este tipo de informaciones. La última, de hoy mismo: ‘Un muerto y un herido grave al volcar un tractor en Jaén’. Éste no es el sitio ni el lugar para valorar causas que llevan a que un hombre o una mujer se electrocuten, se despeñen desde lo alto de un tejado o queden sepultados bajo una tonelada de hormigón. Pero lo de la accidentalidad en Jaén es de juzgado de guardia. Y lo es porque muchas veces somos nosotros mismos (metámonos todos) los que nos jugamos el pellejo de forma absurda, pero otras veces no: las actitudes, las conductas y la falta de medios son inducidos directamente por quienes organizan el tajo. Tanto en uno como en otro caso debe ser la justicia, a través de la fiscalía especializada en este tipo de delitos, la que tome cartas en el asunto.

Además, puestos a buscar responsables, ha llegado el momento de dar un paso más. Qué pasa con la administración ¿es que ellos no son también culpables de esta masacre? Yo me pregunto: ¿dónde están los inspectores?, ¿dónde están los planes eficientes de actuación?, ¿dónde están las inversiones en políticas preventivas?