Llevo varios días sopesando si escribir o no escribir sobre este asuntillo. Finalmente me he decidido. Resulta que hace unos días (no sabría especificar exactamente cuando) vi en las noticias de la tele que una conocida marca de coches había invitado a los jugadores del Real Madrid a una jornada de golf. En realidad, lo del palito y la pelota no era más que un aperitivo de lo que vendría después: el regalo de un cochazo a todos los peloteros merengues. En las imágenes salían ellos muy sonrientes, especialmente cuando les entregaban las llaves. Esta información, en un contexto económico normal, no dejaría de ser un ejemplo más de la opulencia en la que viven unos pocos privilegiados. Pero con la que se nos ha venido encima (y lo que te rondaré morena), la verdad es que la cosa chirriaba. Y chirriaba porque más de la mitad del noticiero en cuestión estaba dedicado al temilla de la crisis. A saber: batacazo en las bolsas, incremento del euríbor, petroleras que no bajan el precio de la gasolina, tasas de morosidad por las nubes…

Y yo me pregunto: ¿por qué? ¿Por qué unos tanto y otros tampoco?, ¿por qué dos de cada tres familias de Jaén no llegan a final de mes y a éstos les obsequian con berlinas de lujo?, ¿por qué estos muchachitos son premiados por pegarle puntapiés a una pelota y otros muchos cobran una mierda por salvar vidas, construir pisos o limpiar la vía pública? Yo creo que el quid de la cuestión es que en esta sociedad mercantilista, y materialista, confundimos lo ‘importante’ con lo ‘interesante’. A los ‘importantes’ les dan oro y a los ‘interesantes’, caca de vaca. No entro a valorar que Guti, Messi o Maroto el de la Moto sean unos fueras de serie en eso de meter goles, pero me resulta enormemente injusto que se sacralicen arquetipos de un mundo tan irreal como vacuo. Es lo que pienso.