Hoy es lunes. Hace frío, el cielo está encapotado y los pronósticos meteorológicos vaticinan lluvia para toda la semana. El ambiente propicio para hablar de que estamos profundamente jodidos. Ya saben, qué les voy a contar yo a ustedes. Que si suspensiones de pagos, que si EREs, que si restricciones crediticias, conceptos todos incrustados a empellones en el acervo lingüístico del común por mor de la crisis y de la madre que parió a todos y cada uno de los capullos que han llenado las alforjas sin tener en cuenta (pero siendo conscientes) que estaban jugando con el bienestar del prójimo.

Pues no. ¡Me niego en rotundo! No, no, no. No me sale de las narices volver con la matraca de siempre. Esta vez voy a escribir de lo bonito que es el mundo, de lo bella que es la vida y de lo estupendo que nos lo vamos a pasar a partir de ahora. Además, creo que los astros están alineados: acabo de poner la radio y le están haciendo una entrevista al presidente Zapatero, un hombre tocado con el don del positivismo. Cojonudo. El precio del petróleo reduce la inflación, el euríbor abarata las hipotecas, seguimos en la banda baja del desempleo, voy a obligar a los bancos a que presten el dinero que les hemos dado (“compra de activos financieros”, aclara).

¿Por qué no? Es posible. Pensemos en cosas bonitas y graciosas. No sé… en los pedos que se tiran los microorganismos de marte, en el wonderful world de Anita Obregón, en los posados de Soraya, en los goles de Arriaga, en los chistes del Risitas. Dicen los psicoterapeutas que la mejor medicina contra los males del alma es la sonrisa. Sí, reírnos de todo y de todos (empezando por uno mismo) para convertir lo negro en blanco, lo malo en bueno y lo triste en alegre.

Hoy toca buen rollito. Mañana ya veremos.