Primera semana de la ‘era postzarrías’. Nos adentramos en las entrañas de abril con la Junta de Andalucía manga por hombro. La maquina sucesoria funciona a pleno rendimiento para que José Antonio Griñán sea investido ‘jefe de la tribu’ en un rito propiciatorio en el que el ínclito Gaspar actuará como chamán. Será el 20 de abril. Una vez finalizada la ceremonia, el virrey se trasladará hasta Madrid, donde hará las veces de secretario de Estado. Ahí es ‘na’, que diría un castizo.
Mientras todo esto sucede (que sucederá), Zarrías ejercerá como presidente de la Junta en funciones. Y lo hará en Jaén, colocando la primera piedra de 730 viviendas de protección oficial en el Bulevar, uno de los proyectos emblemáticos del Ayuntamiento en esta legislatura. A buen seguro que los plumillas, siempre oportunos, le preguntarán sobre quiénes conformarán el nuevo ejecutivo autonómico, una quiniela en la que no faltarán nombres como el de Felipe López, al que cada equis tiempo se le asignan vertiginosos ascensos que lo sitúan más pronto que tarde en el olimpo de los consejeros. ¿Será esta vez la vencida? Griñán dictará sentencia.
Los futuros próceres de la ‘tierra de María’ tienen la difícil papeleta de que la recesión no agrande la brecha que separa la Andalucía menos pobre, la del Occidente, de la Andalucía más pobre, la del Oriente. Para ello es condición ‘sin equa non’ que el precio del aceite de oliva se recupere con máxima urgencia. Si las cotizaciones en origen se mantienen por debajo de los 1,80 euros por kilo, Jaén se va al garete. Así de claro. Tras la negativa de Bruselas de activar el sistema de almacenamiento privado, el sector vive en una incertidumbre permanente que está agravando todavía mas la situación. Por lo pronto, ya hay agricultores que han decidido abandonar las explotaciones. El futuro de muchos municipios jienenses están en el aire.