No es la primera vez que el asuntillo sale a colación desde que estalló esta crisis ‘hijoputa’. Las cabezas pensantes de la economía, entre las que se encuentran algunos de nuestros insignes representantes públicos, han puesto sobre la mesa la necesidad de modificar la legislación laboral para evitar en un futuro escabechinas como las que se están produciendo en el presente (ya saben, casi 50.000 parados inscritos en las oficinas del Inem de Jaén). El gobernador del Banco de España, instituciones financieras internacionales, premios Nóbel, el PP, la patronal… casi todo el mundo coincide en que hay que llevar a cabo profundos cambios en el sistema, en sintonía con lo que han hecho la mayor parte de los países europeos.
Donde no existe bastante consenso es en las medidas que habría que aplicar. Perdón, puntualizo, ni existe consenso ni tan poco he escuchado a ninguno de estos gurús decir esta boca es mía. Ya lo he comentado en alguna ocasión, en España sobran ‘ideíllas’ y faltan brazos ejecutores. Pero bueno, la cuestión es que aquí nadie se moja porque nadie se atreve a decir en voz alta lo que todos piensan, que la reforma del mercado de trabajo es sinónimo de abaratamiento del despido y de reducción de salarios. Es decir, que en última instancia deben ser los currelas los que paguen el pato de una recesión provocada por chorizos, mangantes y especuladores (pónganles ustedes nombres y apellidos). Pues que vayan abriendo el piquito, que no escurran el bulto y suelten por esa boquita todas esas propuestas fantásticas. Es básico conocer su punto de vista para que saber lo que nos espera ¿no?
Eso sí, tengamos muy claro cuál es nuestro punto de partida. Primero, los jienenses son los españoles peor pagados, con unas retribuciones medias de 1.093 euros brutos mensuales. Y segundo, el 98 por ciento de los contratos que se firman en esta provincia son temporales. Que empiece la discusión…