Para la primera semana de julio, o sea para ya mismo, hay prevista una nueva ‘manifa’ de olivareros en la capital. Si las cuentas no me fallan, ésta sería la cuarta en menos de cinco meses. La protesta la convoca Asaja y es probable que cuente con una importante presencia de aceituneros, ya que estamos hablando de la organización agraria con más asociados en la provincia (posiblemente sea la patronal no sectorial con mayor afiliación). ¿Para qué? Pues básicamente para denunciar la crisis de precios del olivar, pedir la aprobación de una ley de márgenes comerciales y solicitar también herramientas financieras que permitan salir del colapso a los profesionales del campo (al menos éstos eran tres de los puntos que les llevaron el lunes a movilizarse en Luxemburgo).

El tema ya lo abordé en este blog a raíz de la última tractorada de COAG, donde se vivieron instantes de gran tensión entre conductores y agricultores que se intercambiaron todo tipo de improperios. Y es que más allá de la legitimidad de las reivindicaciones (es evidente que el sector las está pasando canutas) y de los motivos primigenios, y ajenos al mercado, que nos ha conducido a esta situación (eficacia de las subvenciones, escasa dimensión empresarial del agro jienense…), lo cierto es que nuevamente la ciudad de Jaén, y por ende sus vecinos, padecerán colapsos en el tráfico, con el agravante de que ya llueve sobre mojado por aquello de las obras del tranvía.

Dejo una pregunta en el aire: ¿se habrán percatado los oleicultores de que posiblemente estén comenzando a perder la batalla de la opinión pública? Ya sé que en Jaén hay 108.000 familias con intereses en los olivos, pero también hay otras 121.000 que no tienen una vinculación directa con al aceite de oliva porque no son titulares de explotaciones (aunque supongo que una mayoría sí coincidirá en su importancia económica).