Como ya sabrán, el próximo 1 de julio el tipo básico del IVA subirá dos puntos. ¿El objetivo? Recaudar más para reducir el déficit público. La medida trae cola desde el mismo momento que fue anunciada por el Gobierno. Ayer se debatió en las Cortes una moción al respecto y, tal y como se esperaba, salió adelante con el apoyo del PSOE y la oposición en bloque del PP -salvo la abstención errónea del parlamentario Martínez Pujalte-. El tema es controvertido. Y lo es básicamente porque se grava el consumo, lo que en la práctica significa que se penaliza a todo el mundo por igual, sin distingos de renta.

Esto es jodido. A las familias más pudientes les importa bien poco este 2 por ciento. El problema es para los hogares con un poder de compra medio y bajo, que son la inmensa mayoría en Jaén, la provincia con las retribuciones más bajas de España según la propia Agencia Tributaria. Hace unos meses publicamos una información en la que estimábamos qué repercusión tendría la actualización del IVA en el jaenerito de a pie. La conclusión es que el encarecimiento generalizado de todos los productos y servicios significaría un desembolso anual de 1.000 euros, lo que en la práctica equivaldría a un sueldo completo.

Ahora sólo falta saber cómo van a actuar las empresas: si van a trasladar ese 2 por ciento a los clientes o si van a sacrificar parte de sus márgenes, con todas las concecuencias que ello tiene sobre la cuenta de resultados. El poderoso Inditex, dueño y señor de las principales calles comerciales de la capital jienense, ya ha dicho que no, que no aplicará ese 2 por ciento. ¿Qué hará el resto? Por lo pronto las principales patronales de Jaén ya han mostrado su rechazo por el nuevo IVA. Temen que la demanda se retraiga todavía más. Los asesores fiscales también han advertido de que las tasas de fraude se pueden disparar. A ver.