Escucho estupefacto que la Muy Noble y Leal Ciudad de Jaén acaba de recibir la Escoba de Plata. Se supone que se hace acreedora de tan merecido galardón porque está limpia. Qué ¿cómo se les queda el cuerpo? El otro día mi compañero José Liébana publicaba una información en la que ya adelantaba algo. Explicaba que la citada Escoba de Plata no era un merecimiento basado en una comprobación directa por parte de los promotores de este ‘concurso’, sino en una especie de informes remitidos desde el Ayuntamiento.
Bueno, seamos justos, es cierto que Jaén no está tan asqueroso como en los tiempos del concejal Peragón. En ese momento los ciudadanos hacían plegarias a San Isidro para que lloviera y el agua se llevara toda la mierda de las calles. Pero de ahí a que la capital se merezca ahora este tipo de medallas media un abismo. Vamos, ni de coña. Solares mugrientos en los que se acumulan basuras (Bulevar), ningún contenedor más allá de la Plaza de Los Rosales, cacas de perro por doquier… ponga usted el ejemplo que quiera. Seguro que no le faltará.
Es cierto que la responsabilidad de mantener a Jaén limpio no es exclusiva del municipio, que tiene la obligación de apretar a la concesionaria, pero es un insulto a la inteligencia solicitar, ni tan siquiera, esta condecoración, como ha hecho el Ayuntamiento. Por mucho que sea un objetivo de legislatura o un empecinamiento personal de la alcaldesa. La realidad es la realidad. Y negar la evidencia es atentar contra la inteligencia del común. Que no, que no somos gilipollas.