Parece ser que toca hablar de la huelga. Pues hagámoslo. Ayer estuve en la asamblea que convocaron los sindicatos en el salón de actos la Delegación de Educación. Aproveché el momento para charlar un rato con los compañeros periodistas sobre si, realmente, existía un ambiente propicio para que el 29 de septiembre Jaén colgara el cartel de ‘cerrado’. Opiniones para todos los gustos. Pero lo cierto es que esa jornada está ya muy presente en la agenda de los medios de comunicación, que por cierto se llevaron unas cuantas hostias por parte de los líderes sindicales. No hay debate televisivo o tertulia radiofónica que se precie que no aborde el asunto. Este blog, sin ir más lejos, es un ejemplo de ello. Hago doblete.
A lo largo de mis años de escribiendo noticias, ya he tenido la oportunidad de cubrir unas cuantas movidas de este calado. Y qué quieren que les diga, ésta la veo distinta. He llegado a esta conclusión depués de valorar sosegadamente los condicionantes que puede tener una persona, en un contexto tan complicadísimo como el actual, para decidir si se queda en casa, protestanto por algo que considera injusto y que le va a costar en torno a 65 euros, o acude al curro como si no sucediera nada. Y me pongo en la piel de todos ésos que tienen un contrato en precario, unos cuantos en la provincia, que están con un pie dentro y otro fuera de su empresa y que no quieren dar el más mínimo pretexto al patrón para que lo ponga de patitas en la calle. Creo que fue Woody Allen quien aseguró que el miedo es el compañero más fiel porque jamás te engaña para irse con otro.
Pero también intento ponerme en la posición de los que apoyan el 29 S desde el convencimiento -no porque se lo digan UGT y CC OO-, porque tienen la necesidad de vital de rebelarse ante la absoluta incompetencia de los que nos gobiernan y porque consideran que las revoluciones colectivas empiezan por uno mismo. A todos éstos también hay que entenderlos. Tanto una postura, la del temor, como la otra, la de la convicción, deben ser respetadas. Si no es así, y dado el descrédito que tienen para muchos las organizaciones sindicales, el 29 S puede haber problemas. Y eso, bajo mi punto de vista, sí que sería grave.