Va por ti, José Antonio
Domingo. Hora indecente. Enciendo el ordenador cuando los primeros rayos del sol, ésos que tienen un color entre anaranjado y violeta, penetran sutilmente por la ventana del despacho. Miro a la calle. Nadie arriba, nadie abajo. Si acaso unos muchachos que, en conversación vehemente, intercambian impresiones sobre lo que parece algo más que una intensa […]