Ayer les hablaba de la habilidad innata de los representantes públicos -así, en su conjunto- para estar siempre en el candelero. Lo relacioné con el ‘zoon politikon’ de Aristóteles. Pero más allá del sentido de la oportunidad que despierta el ostentar un cargo, hay algunos que consiguen la notoriedad a base de soltar soplapolleces por esa boquita de piñón que les ha dado el señor. Obviamente, todos ustedes están pensando en el mismo que yo, el alcalde de Valladolid, que acaba de subir al Olimpo de los espabilados por méritos propios. Les recuerdo lo que dijo este sujeto, llamado Francisco Javier León de la Riva, de Leire Pajín, en ese momento todavía ministra de Sanidad in pectore. “Es una chica preparadísima, hábil y discreta. Va a repartir condones a diestro y siniestro por donde quiera que vaya y va a ser la alegría de la huerta. Cada vez que veo esa cara y esos morritos pienso lo mismo, pero no lo voy a decir”.
Desde que este tipo se despachó con esta lindeza ha recibido las suyas y las del pulpo. Merecido lo tiene. Por eso voy a obviar todos los calificativos que se me vienen a la mente. No quiero ser reiterativo. Pero yo me pregunto ¿por qué Francisco Javier León de la Riva no está ya en su casa, destituido fulminantemente por la jerarquía de su partido, el PP? Es más ¿qué cojones piensa nuestro futuro presidente sobre el particular, porque yo no lo he escuchado todavía? ¿Y Soraya? ¿Y Cospedal? ¿Y Esperanza? ¿Y Javier Arenas? ¿Y José Enrique, el jienense? “Laissez faire, laissez passer”. Aquí, salvo Celia Villalobos, nadie ha dicho ni mu -al menos no lo han hecho hasta las 9,55 horas de hoy viernes, que es cuando estoy escribiendo este comentario-. Lamentabilísimo.
El barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas asegura que los políticos son el tercer problema de este país. Con unos cuantos franciscos javieres leones de la riva ya les digo yo que en breve escalarán a la primera posición. Pero si grave es que estos personajes lleven la vara de mando, más lo es todavía que haya quien les ría las ‘gracietas’. No sé por qué motivo Leire Pajín le cae mal a mucha gente. Yo, sinceramente, carezco de criterios. Pero analizando lo que se comenta de ella en foros y redes sociales, me da a mí que se le juzga más por su aspecto que por sus obras. Y esto sí que es tristísimo.