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jorgepastor2000

Patadón y tentetieso

Insurrección

No sé si lo habrá pensado alguna vez, pero ¿es consciente de que su vida está condicionada por normas completamente imbéciles? Le invito a que lo haga. Medite unos minutos sobre la enorme cantidad de reglas estúpidas que constriñen nuestra libertad. Nos dicen que lo correcto es anudarse corbata en las ceremonias, nos dicen cómo debemos disponer la cubertería para no quedar como paletos, nos dicen con qué mano debemos asirnos el pito para no mear fuera del tiesto. En el colegio de nuestros hijos, en los centros de salud, en los hospitales… vaya donde vaya deberá someterse a la directiva de una o varias mentes prelúcidas para evitar que un señor, de habitual serio, le censure el comportamiento y le deje en evidencia -se supone, además, que todo el mundo debe conocer todos los preceptos al dedillo-. Nunca entendí muy bien esta pulsión de dictar al prójimo qué debe hacer en todo momento y en todo lugar, pero lo cierto es que no hay organización, empresa o institución que se precie que no imponga pautas que, en muchas ocasiones, rozan incluso lo absurdo.

Antes de continuar, y para que no se me acuse de libertino, querría dejar clara una cosa. Vamos a ver. Conducir mamado debe tener la mayor de las sanciones. Un beodo al volante es un peligro para sí mismo y para todos los demás. Si le imponen una sanción de 2.000 euros, le quitan el carné por los siglos de los siglos amén y lo meten en el talego, merecido se lo tiene. Por tonto del haba y porque hay una ley, oportuna y coherente, que así lo dicta. Es decir, una cosa es que nos dotemos de un ordenamiento jurídico estructurado y consensuado y otra cosa bien distinta que el ideíllas de turno se pase de frenada y, apelando al ‘derecho’ de tutelaje sobre su cortijo, barrunte códigos basados unas veces en la sensatez, lo deseable, y otras muchas veces en la absoluta arbitrariedad, lo indeseable. Ejemplo. Que en los centros de enseñanza se prohíba el acceso a los padres alegando sometimiento a la ‘protección de datos’ -yo esto todavía no lo he entendido- y que sin embargo después, dentro de ese mismo recinto, se permita que todo quisque grabe a discreción con motivo de las entrañables fiestas de fin de curso. No parece muy razonable ¿verdad? Pues como ésa unas cuantas.

Estoy hartísimo de todo esto. Es más, aquí y ahora, anuncio que me convierto en un insurrecto contra la soplapollez. ¿Y cómo lo haré? Pues ‘tirando’ del sentido común. Si éste me conmina a que pase por el aro, lo haré con agrado. Si por el contrario me advierte de que estoy ante una necedad parida por un o unos listillos con exceso de notoriedad actuaré según mi conciencia y honor. Es más, permítanme el atrevimiento, pero les insto a que también lo hagan ustedes. Que puede ser que un jurata, un bedel o un directivo le recriminé, pues ya sabe a lo que se expone. De rebeldes están llenos los camposantos. Pero y la enorme satisfacción interna y el bienestar emocional y lo a gusto que se va a quedar cuando ya de patitas en la calle pueda decirse a sí mismo y a los demás: “He sido yo”.

'El día que la mierda valga algo, los pobres nacerán sin culo' (García Márquez)

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