Supongo que pasará también en otros trabajos, pero les aseguro que los periodistas somos periodistas desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Lo digo por experiencia propia y yo me atrevería a hablar incluso en nombre de los más cercanos. Desde que te enchufas los cascos al alba, cuando el horizonte todavía amarillea, hasta que escuchas el último parte, ya de noche cerrada, resulta muy complicado no ver las cosas con ojos de plumilla. Y más cuando ejerces en una provincia donde las noticias no vienen de la mano. Esto hay que currárselo. La señora que limpia las escaleras de la comunidad, el comerciante que liquida el negocio, el perro del vecino, el calor, el frío, la lluvia… todo pasa por el filtro de lo potencialmente noticiable.
Pero más allá de la observación directa de la realidad, la rutina implica acudir a fuentes que anticipan ‘el color informativo del día’. No voy a entrar en pormenores. Cada maestrillo tiene su librillo. Pero bueno, repasando los contenidos de una web, me topé con un interesante artículo titulado ‘Las diez verdades que tenemos que aceptar de la crisis en España’. Ya se imaginan. Que estamos jodidos, que seguiremos unos años jodidos y que la ‘jodienda no tiene enmienda’. Dentro de este decálogo, me quedo con el segundo de los preceptos, uno que venía a decir que los privilegios de otras épocas son insostenibles ahora y en el futuro. Y mire usted por donde, azares de la vida, resulta que justo al lado del ordenador tenía un periódico abierto por un artículo firmado por mi compañera Mónica Lópera sobre cuáles serán las retribuciones de los nuevos miembros de la corporación.
Vaya por delante, para evitar malos entendidos, que es pura casualidad. Que me importa un pimiento morrón que se trate del PP, el PSOE o quien sea. Que en vez del consistorio podría ser la Junta o la Diputación. Pues eso, que resulta que los ediles que dedicarán todo su tiempo al Ayuntamiento cobrarán 44.000 euros brutos anuales, unos 3.100 mensuales. Vale, perfecto. Nada que objetar. No parece ninguna barbaridad. Ahora bien, so riesgo de que me tilden de demagogo ¿saben cuál es el importe medio de las nóminas en Jaén? Pues 13.394 euros al año, o lo que es lo mismo 1.116 al mes -incluido el prorrateo de las pagas extra-. Estamos hablando de más del triple.
Miren, es muy probable que la mayoría de los ediles perciban un sueldo superior a esos 44.000 euros en sus ocupaciones habituales, fuera del ámbito político. Que estén ‘perdiendo dinero’, como dicen ellos. Pero no me nieguen que la musiquita no suena mal. Sí, ya sé que el ahorro será de unos 704.000 euros respecto al mandato anterior, que prevalecen las políticas de austeridad, que los tijeretazos son el pan nuestro de cada día. Pero resulta muy difícil de entender que a los ciudadanos se les exija un sacrificio detrás de otro y los honorarios de sus representates, pagados con el dinero de todos, sean tres veces superiores.
Este agravio comparativo siempre ha existido, lo que no significa que esté justificado ni antes, cuando el mundo era de color de rosa, ni mucho menos ahora, con la economía paralizada, con recortes salariales generalizados en el sector público y en el privado y con 75.000 jienenses haciendo cola en el Inem. Lo que ha sucedido en este país y en esta provincia es gordísimo. Estamos en un escenario completamente distinto. Lo de antes no vale. Lo tenemos que asumir todos, pero sobre todo quien tiene que predicar con el ejemplo.