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jorgepastor2000

Patadón y tentetieso

Viva la butifarra

La experiencia me enseñó hace mucho que hablar en caliente es la mejor manera de hablar con desatino. Es cierto que las letras salen fáciles cuando vienen torcidas. Pero también es igual de cierto que la probabilidad de decir algo inoportuno se incrementa exponencialmente cuando media el enojo. Siempre habrá algún simpaticón que te recuerde que aquel día metiste la pata hasta el tuétano. Por ese motivo, y plenamente consciente de que no soy periodista para hacer amigos, me gusta darle a la tecla con la perspectiva y el sosiego que proporciona el tiempo. Les pondré un ejemplo. La semana pasada, cuando Duran Lleida recurrió nuevamente a la estrategia facilona de dividir para ganar, cundió en mí un deseo irrefrenable de encender el ordenador y darle rienda suelta a ese cabrón que todos llevamos dentro. Pero no. Controlé. Y no saben cuanto me alegro. Me habría arrepentido mucho, muchísimo, de haber caído en la trampa y valorar las necedades de Duran desde la supuesta hostilidad entre dos comunidades unidas, sí o sí, por la fuerza impávida de los lazos de la sangre.

Duran Lleida, al que siempre había tenido por el mejor exponente del ‘seny’, no va a lograr que yo experimente la más mínima animadversión hacia Cataluña. No lo voy a permitir. Más allá de los sentimientos legítimos que supone la identificación con un territorio, no conseguirá que comulgue con la ideología ombliguista de buscar fuera la solución a los males de dentro. Me da igual que el supuesto litigio sea entre Cataluña y Andalucía, entre Cataluña, Andalucía y Madrid o entre Cataluña, Andalucía, Madrid y Jaén. Todos a hostias. Me importa un pimiento morrón. Aquí estamos ante un político que, advertido del batacazo electoral, apunta con el dedo acusador ‘a los indolentes’. Ellos son los malos, los vagos y los pobres; nosotros, los buenos, los productivos y los ricos. Si tienen tiempo y ganas, tiren de manual y comprueben las atrocidades que se han cometido a lo largo de la historia con este tipo de pretextos -algunos lo han llamado xenofobia-.

Josep Antoni, amigo. Me fascina Cataluña -o Catalunya, si lo prefieres-. Disfruto recorriendo las angostas calles del Born; admirando la Casa Batlló, la Pedrera y la Sagrada Familia; tomando un café en Els Quatre Gats mientras me imagino a Picasso, Rusiñol o Ramón Casas sentados a mi lado. Me encanta el pa amb tomaquet con butifarra del perol regada con un espumoso del Xampanyet. Me emociono contemplando el crepúsculo desde el Moll de la Fusta. Disfruto como un enano deambulando por las Ramblas, perdiéndome en la Boquería, tomando un chocolate en la calle Petritxol o unos panallets en Mauri. Viendo como Xavi, Iniesta y Messi mueven el balón en triangulaciones imposibles. Gozando del fastuoso espectáculo de la Barcelona más cosmopolita desde cualquiera de los miradores del Tibidabo. No, Duran, no. Jódete. No lograrás jamás que yo mire a Cataluña y los catalanes desde la animosidad y desde el prisma cateto de quien menosprecia desde la arrogancia de sentirse superior.

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'El día que la mierda valga algo, los pobres nacerán sin culo' (García Márquez)

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