El duende tocapelotas
Ocho de la mañana. El despertador, sátrapa y depravado, me recuerda que tengo el deber moral de levantarme a ‘una hora prudente’. A un lado de mi consciencia (con ese), todavía aletargada, el duendecillo canalla no se anda con vacilaciones: “¡Dónde vas tú un lunes festivo a estas horas, tonto del haba!”. Mi conciencia (con […]