Les presento a John Ruskin. Es bastante probable que muchos de ustedes tengan alguna referencia de su vida y milagros. Fue un señor inglés, que estudió en Oxford y que escribió unas 250 obras en el discurrir de sus ochenta años de vida (murió en 1900). Habló mucho y bien de casi todo. Arte, ciencia, geología, crítica literaria… fue uno de los intelectuales más influyentes de su época. Ruskin legó a la humanidad unos cuantos pensamientos que siguen estando muy vigentes. Hoy quiero referirme a uno de ellos. Ruskin dijo que «la calidad nunca es un accidente; siempre es el resultado de un esfuerzo de la inteligencia». Hagan la prueba, apliquen este aforismo al ámbito que quieran. Ahora les pido un ejercicio de imaginación. Pensemos por un instante que Ruskin resucita y que, muy acertadamente, toma la decisión de hacer turismo en Jaén. Le han hablado maravillas de la provincia y muy especialmente del ‘aceite de oliva’ y de sus bondades gastronómicas y casi medicinales. ¿Qué creen que pensaría Ruskin si al sentarse a desayunar en cualquier bar se encontrara con que esa grasa vegetal excelsa, la mejor de las mejores, estandarte de Jaén, se la sirvieran en unas vinagreras pringosas y manoseadas? Pues ya les anticipo que Ruskin se sentiría decepcionado primero, desencantado segundo y frustrado tercero. Luego, ya más sosegado y antes de marcharse, enviaría una afectuosa carta al director –de IDEAL, por ejemplo–, que posiblemente concluiría con la máxima aquella de «la calidad nunca es un accidente; siempre es el resultado de un esfuerzo de la inteligencia».
Y es que resulta un auténtico contrasentido que en la tierra de los 66 millones de olivos, las 110.000 familias aceituneras, la que acapara todos los prestigiosos premios Mario Solinas, o sea Jaén, trate algo tan extraordinario y tan importante para su economía de forma tan poco decorosa. Afirman por ahí –y casi seguro que el amigo Ruskin también lo suscribiría– que ‘la experiencia es la madre de la ciencia’. Pueden darse una vuelta por la capital o por cualquiera de los 97 municipios de Jaén –o los 771 de Andalucía– y comprobarán sin gran esfuerzo que en la mayoría de establecimientos hosteleros –e incluso hoteleros– dispensan el ‘oro líquido’ en ‘aceiteras aceitosas’, que se pueden recargar las veces que haga falta y que, desde luego, distan mucho del marbete de maravilloso que se pretende ‘vender’ en campañas promocionales y discursos políticos. Y si no tienen tiempo ni ganas para fijarse en estas cosas pero les interesa este asunto, no tienen más que conectarse a internet, meterse en Facebook y observar las fotografías que propios y extraños están colgando en el muro de un grupo de reciente creación denominado ‘no a los envases rellenables’.
En este punto conviene realizar una importante puntualización. Esta gente del Facebook y también muchos envasadores no basan su discusión y su protesta tan sólo en la ‘calidad del contenido’ –en Jaén es relativamente fácil adquirir ‘bueno, bonito y barato’ directamente de las fábricas–, sino en la ‘imagen de calidad del contenido’. Es decir, en la banalización de un producto que poco a poco está perdiendo su buena reputación, un empeño al que también contribuye la gran distribución con sus agresivas políticas comerciales.
Manuel Jesús Sutil, secretario de la denominación de origen de Sierra Mágina –institución que defiende con denuedo la excelencia de los zumos de aceituna–, considera que «estamos ante una ocasión perdida». «Podríamos aplicar perfectamente a Jaén aquello de que nadie es profeta en su tierra», agrega. Sutil comenta que estamos ante una práctica generalizada, pero muy cuestionable. Advierte de que «cuando la botella carece de etiqueta no se incurre en ninguna ilegalidad, otra cosa distinta es cuando sí la hay y no existe correspondencia entre lo que hay dentro y la información sobre lotes y la fecha de consumo preferente». Y añade que todo ello alimenta una confusión «a la que también contribuyen los usuarios al no exigir que se les aclare qué están tomando». «Los que apuesten por esto, que ya hay quienes lo está haciendo, tienen la oportunidad de diferenciarse de los demás, un elemento fundamental en tiempos de crisis», opina Sutil, quien apostilla que es fundamental «un compromiso de todas las partes».
El presidente de la Asociación de Bares, Cafeterías y Restaurantes de Jaén, Gabriel Archilla, asegura que los empresarios son perfectamente consciente de ello y «ya se están buscando soluciones». De hecho, existe una mesa de interlocución entre las partes interesadas, donde también figura la Diputación de Jaén y las Asociaciones de Desarrollo Rural, que trabaja en este sentido. ¿Cuál será la fórmula? Archilla entiende que el principal escollo es el coste, «y más en una situación tan compleja como la actual y con las enormes dificultades que atraviesa el sector». «La clave está en manejar unos precios que sean competitivos y que nos permitan sustituir el ‘convoy’ por envases irrellenables», sostiene. Gabriel Archilla asevera que en los restaurantes sí se ha avanzado mucho y «se está apostando por este tipo de presentaciones», aunque reconoce, sin embargo, que en el segmento de bares y cafeterías todavía sigue siendo una asignatura pendiente.