Nadie esperaba que agosto diera una alegría. Nadie se equivocó. La herida del paro en Jaén sigue supurando. Pero si preocupantes son las estadísticas, no lo son menos las expectativas para el último cuatrimestre. Septiembre y octubre serán malos –incluso muy malos–, pero ¿qué pasará en noviembre y diciembre? Se supone que esos dos meses tendría que haber un incremento notable de la ocupación en el campo. Probablemente lo habrá, pero no será notable. Un problema de primera magnitud que agravará las cifras de un 2012 en que se batirán todos los récords de desempleo. Por lo pronto, ya están acudiendo al Servicio Público de Empleo (SPE) –antiguo Inem– todos los que se colocaron en la temporada de hoteles. Se van los turistas, se van los empleados. Después lo harán los que regresen de la vendimia. Y por último todos los que no encuentren tajo cogiendo aceitunas. Ahora mismo tan sólo se manejan estimaciones. Habrá que esperar a la que la Consejería de Agricultura de la Junta publique el aforo oficial. En cualquier caso, sin tener en cuenta el factor corrector de las lluvias otoñales, la previsión es que la próxima campaña oleícola sea baja. Si los cálculos de las principales organizaciones agrarias se confirmaran, los agricultores dejarían de ofertar en torno a cuatro millones de jornales. Esto significa que muchos temporeros –sobre todo muchas mujeres– no encontrarán hueco en ninguna cuadrilla. Y tendrán igualmente muchas dificultades para juntar las treinta y cinco peonadas que les permiten cobrar el subsidio y la renta agraria.
Hasta aquí el futuro. El presente lo acaba de publicar el SPE. El mes pasado se cerró con 63.209 demandantes, lo que significa un incremento del 1,17 por ciento respecto a julio. La variación interanual se sitúa en el 13,61 por ciento –frente al 11,98 por ciento nacional y el 11,59 por ciento de la comunidad autónoma andaluza–. El deterioro del mercado de trabajo de Jaén en el últimos doce meses no tiene parangón. Sirva como referencia que hace un año la subida anual se cifraba en el 6,53 por ciento. Ahora estamos por encima del doble. Todas estas magnitudes desfavorables también tienen su correlato en la afiliación a la Seguridad Social. Ahora mismo hay 228.715 cotizantes en Jaén, un 3,84 por ciento menos que a estas alturas de 2011.
Y es que en una coyuntura depresiva como la que estamos viviendo ningún sector precisa personal. Tan sólo se refuerzan eventualmente las plantillas cuando se registran picos de producción. La mejor evidencia de ello es la caída de las contrataciones. Hasta el 31 de agosto se contabilizaban un total de 226.463. En el mismo periodo de 2011 se computaban 269.178. Estamos hablando de una reducción del 15,87 por ciento en términos relativos. Éste es el indicador más fiable para valorar la evolución de la actividad productiva.
Uno de los aspectos que más llama la atención es que tan sólo 4.261 de las 226.463 vinculaciones referidas anteriormente –el 1,88 por ciento– no tenían fecha de caducidad. La parálisis de la economía atenaza a las empresas, que apenas ofrecen puestos indefinidas. En agosto, por ejemplo, únicamente 337. También hace aguas la reforma del mercado laboral. Uno de sus principales objetivos era acabar con las elevadas tasas de temporalidad. El gasto en prestaciones también se ha disparado. Tampoco hay precedentes. El Estado desembolsó en agosto un total de 44.028.000 euros, cuando en enero la ‘factura’ importaba 34.608.000 euros. Diez millones menos.