Martos, Villacarrillo, Jamilena, Villanueva de la Reina, Pegalajar… y Bruselas. Así es. La capital de Bélgica, con su Atomium y su Gran Place, también son Jaén. Allí lleva muchos años decidiéndose el futuro de la provincia y de sus 650.00 habitantes. Es el costoso peaje que debe pagar una economía subvencionada y subsidiada. Que los partidos se juegan siempre fuera de casa. Y lo que se disputa desde ayer es una auténtica final para Jaén. Los veintisiete líderes europeos intentan ponerse de acuerdo en cuál debe ser el marco presupuestario en la Unión Europea para el periodo 2014-2020. Seis años decisivos porque ese viejo galeón llamado Europa debe –y tiene– que mudar la piel para convertirse en un buque robusto y bien armado que deje atrás los revueltos mares de la crisis y afronte el futuro con afán de liderazgo. Un objetivo que sólo se consigue poniendo dinero encima de la mesa y acertando en cómo y para qué gastarlo. Y ahí es donde aparece Jaén, ‘el grumete’. De ese presupuesto dependen dos cosas muy importantes. Las subvenciones a la agricultura, con incidencia directa en unas 110.000 familias olivareras –casi la mitad de los hogares que hay en Jaén–. Y los fondos de cohesión, fundamentales para que zonas como Jaén se equiparen en desarrollo con los territorios más prósperos.
Conviene detenerse en los dos aspectos anteriores porque nos jugamos mucho y porque se trata, precisamente, de dos partidas sobre las que se especula que puede haber recortes. Con todas las consecuencias negativas que ello conllevaría. Esta semana ya han empezado a sonar tambores de guerra en el campo. Este jueves ya hubo concentración de agricultores y ganaderos vinculados a la UPA en la puerta de la Delegación del Gobierno central en Sevilla. Y el martes la COAG llamó a una movilización generalizada de la sociedad porque las propuestas que se están barajando en Bruselas –no podía ser en otro sitio– son un palo en toda regla. Jaén percibe anualmente, con independencia de la cantidad de aceite que se produzca, unos 370 millones de euros en subvenciones para el sector olivarero en el régimen de Pago Único. Ahora se pretende implantar el café para todos. Un incentivo lineal de un máximo de 160 euros por hectárea, una cifra que sale de un pago básico de 100 euros más un plus medioambiental de otros 60. Ahora mismo llegan entre 600 y 700 euros por hectárea. Hagan cuentas y se darán cuenta ustedes mismos de que estamos hablando de un quebranto mayúsculo. Éste es el resultado de las negociaciones sobre la reforma de la PAC en estos instantes, un documento que podría ser todavía más lesivo si se imponen las tesis de los países que abogan por que la tijera se meta en la agricultura. Frente a ellos, el bloque mediterráneo abanderado por Francia y España, ambos con un sector primario que pesa mucho en sus grandes cuentas. Primer bocado.
Pero hay un segundo frente de batalla. También hay posiciones a favor de que se reduzcan los recursos que la UE libera cada año para propiciar los equilibrios territoriales. Jaén habrá recibido entre 2007 y 2013 unos 280 millones de euros (40 al año), un montante que se está empleando en construcción de carreteras y mejora de regadíos, en todo tipo de programas sociales y educativos y en el apoyo a emprendedores en el ámbito rural, aunque la parte del león se destina a la ejecución de infraestructuras municipales con las iniciativas Leader, Proder, Feoga Orientación y Fondo Social Europeo.
A este hecho habría que añadir otro no menos importante. Se supone que Andalucía ya ha progresado lo suficiente y ya no tendrá la consideración de Región Objetivo 1. El nivel de renta de los andaluces ya está a menos de 25 puntos de la media comunitaria. ¿Qué pasa? Pues que Andalucía es muy grande y no está tan claro que en Jaén sea así. Las últimas estadísticas disponibles, que datan de hace unos años, la situaban a más de 29 puntos. El empobrecimiento de la población –Jaén tiene un desempleo cercano al 40 por ciento– es una señal de que, quizá, no se haya avanzado mucho en la dirección correcta.