La crisis está pasando factura al sector comercial. No hay más que darse una vuelta por Jaén para comprobarlo. No sé… pásense, por ejemplo, por la calle Nueva o el pasaje Nuyra. Impresionante. El responsable de una inmobiliaria me comentaba el otro día que uno de cada cuatro locales de la capital estaban cerrados a cal y canto. Y es que en la mayor parte de los casos se trata de pequeños empresarios que, sin comerlo ni beberlo, se han visto atrapados en un callejón sin salida. Dificultad para renovar las líneas de crédito, descenso del consumo y alquileres sobrevalorados conforman un cóctel explosivo que está acabando incluso con algunos de los establecimientos más señeros.
Hay un cuarto factor que está dificultando la supervivencia de este gremio: la acción de las administraciones. Más allá de la efectividad de las medidas proteccionistas que supuestamente ponen en marcha, lo cierto es que los ayuntamientos deberían medir mucho mejor dónde y cuándo acometen ciertas obras. Yo creo que la ciudad debe ser para los peatones, y por principio me postulo a favor de cualquier iniciativa en este sentido, pero creo que en el caso concreto de La Carrera había que haber esperado a que la crisis amainara, que ya lo están pasando bastante putas las tiendas con la caída de la demanda y las turbulencias de la recesión. Ahí está el ejemplo del Gran Eje, que tiene infinidad de bajos vacíos tras las obras reiteradas que se han ejecutado (y ejecutan) en todo el entorno.
La implatanción de un nuevo modelo de movilidad urbana (el actual es insostenible) implica también un cambio de mentalidad. La gente está acostumbrada a ir de compras con el coche y si se lo pones difícil, miran para otra parte.