Todavía había alguien por ahí que pensaba que lo de la fusión de la Caja de Jaén no era más que un capítulo más de un eterno culebrón veraniego que parecía no tener fin. Pues no, finalmente ha sucedido. La entidad jienense se integra con Unicaja y deja la puerta abierta a nuevos compañeros de viaje. A expensas de que trasciendan más detalles, parece ser que la operación no pinta mal. Se mantiene la marca (por el momento), se garantiza el empleo y se aseguran las inversiones estratégicas para la provincia. El único ‘pero’ será el cierre de sucursales para evitar duplicidades (hay municipios en los que las oficinas están puerta con puerta), lo que implicará a buen seguro movimientos de personal.

Estaba claro que la liebre iba a saltar en cualquier momento. Lo hizo el lunes por la tarde. Sin anestesia. Comunicado parco en palabras y se acabó lo que se daba. Dar pábulo a los rumores y a los sobreentendidos lo único que podía provocar es que se enquistaran problemas y hubiera nuevas injerencias (fundamentalmente desde Granada). Además, y esto es importante, la renovación de cargos directivos en Unicaja estaba a la vuelta de la esquina y, según la Ley de Cajas, sólo un proceso de estas características podía habilitar a Braulio Medel para un nuevo mandato (una vez agotadas sus legislaturas).

Ahora está por ver lo que hace el tercero en discordia, Cajasur. Me cuenta un amiguete que a pesar de que el Vaticano ha levantado el veto, la cuestión no se resolverá hasta que no se aclare la cuota de representación de la Iglesia en el consejo de administración. Habrá novedades en breve.