La noticia de que Almstom se ha adjudicado el contrato de suministro del tranvía de Jaén ha caído como un jarro de agua fría. CAF-Santana formuló una buena oferta, pero la propuesta de la compañía francesa era todavía mejor. Más allá del contenido de cada uno de las plicas, la mesa de contratación se ha decantado por la más barata. No es algo nuevo, siempre sucede. El tema hubiera levantado polvareda antes, cuando la economía funcionaba bien, y también lo ha hecho ahora, con una crisis que sigue haciendo estragos en la industria jienense y que ha situado a Santana en la picota.
Pero las reglas son las reglas. Los señores que tomaron la decisión no se tuvieron que calentar la cabeza en exceso. Miraron números, compararon y dictaminaron. Aquí no hay lugar para las discriminaciones positivas ni para otro tipo de ‘zarandajas’ difícilmente justificables desde el punto de vista de la rentabilidad del dinero público. Es así de jodido. El librillo no entiende de localismos, ni de discriminaciones positivas, ni de comarcas ruinosas, ni de provincias pobres de solemnidad.
Ése es el problema, que hemos asumido que las normas lo justifican todo y tragamos carros y carretas. No hay posibilidad de debate. No caben las excepciones. Y mientras tanto, aquí seguimos profundamente jodidos… porque lo dicen las normas.