Ya les había dicho yo que las elecciones a la Cámara de Comercio no se encuentran precisamente entre las principales preocupaciones de los empresarios jienenses. Los datos de solicitud de voto por correo así lo corroboran: 3.420 peticiones. La cifra es superior a la de 2006, cuando se contabilizaron 2.502, pero sigue siendo una nimiedad si tenemos en cuenta dos factores fundamentales. Primero, que la inmensa mayoría de las papeletas que se depositan en las urnas se gestionan a través del cartero. Y segundo, que el censo electoral está compuesto por unos 33.000. Si a estas dos circunstancias agregamos que los sufragios presenciales apenas sumarán los 600 -así ha venido sucediendo históricamente-, llegamos a la conclusión de que unos 4.000 votantes, un 12 por ciento, decidirán por ellos mismos y por los 29.000 restantes. Ya me dirán ustedes.
Vistas así las cosas, más de uno puede tener la tentación de hablar de “despreocupación”, pero yo pienso honestamente que se equivocan. Veamos, ¿quién ha sido el lumbreras que ha decido que los comicios deben desarrollarse en una jornada laborable? No es algo baladí. El que vive en Jaén o en municipios cercanos sí que podría plantearse en algún momento ausentarse de su negocio y escaparse hasta la sede de la Cámara, teniendo en cuenta, eso sí, que cualquier desplazamiento hasta el centro de Jaén implica vérselas con las obras del tranvía y con las tremendas dificultades para aparcar. No es el único condicionante. Hay otro tanto o igual de importante, el desaprovechamiento de los recursos. La Cámara dispone de una especie de delagaciones por toda la provincia, llamadas ‘antenas’, que podrían ejercer perfectamente la función de ‘colegios’, lo que pondría las cosas mucho más fáciles a todos los que viven lejos de la capital. Esta especie de ‘ombligismo metropolitano’ empieza a ser preocupante.
Una última consideración. Existen enormes lagunas de conocimiento respecto a los cometidos de la Cámara, un problema que ninguna de las corporaciones ha sido capaz de solucionar. Y mira que todos los candidatos insisten de manera machacona en acabar con este déficit. Tampoco parece que la cartera de servicios y las actividades seduzcan en exceso. Todo esto, adobado con el hecho de que el mantenimiento económico es obligación legal, genera ciertos ‘reparos’ -llamémoslo así- con todo lo relacionado con la Cámara. El propio Martínez Villén me comentaba ayer que él mismo ha tenido que sufrir algún improperio en los últimos días.
Seguiremos informando.